sábado, 13 de septiembre de 2025

Cruz, descanso sabroso de mi vida. Santa Teresa de Jesús


Poema escrito por santa Teresa de Jesús, que ya hemos escuchado en otras versiones. La de hoy es interpretada por las carmelitas descalzas de Argentina. 

Este poema de santa Teresa de Jesús es una confesión ardiente de fe y, al mismo tiempo, una lección espiritual. Desde el inicio, la santa saluda a la cruz como a una visita esperada y deseada: «Cruz, descanso sabroso de mi vida / vos seáis la bienvenida». En estos versos, la cruz, que humanamente es signo de tortura y dolor, se convierte en alivio, reposo y paz para el alma creyente. Teresa invierte la lógica del mundo: lo que parece derrota es victoria, lo que es sufrimiento se transforma en descanso.

En la segunda estrofa, la cruz aparece como bandera, signo de amparo y fortaleza: «el más flaco será fuerte». Aquí late la experiencia paulina: «cuando soy débil, entonces soy fuerte» (2 Cor 12,10). La cruz ha vencido al león —símbolo del demonio y de la muerte— y ha abierto la puerta de la resurrección. Para Teresa, el madero infame se reviste de gloria porque en él se muestra el amor más grande.

El poema subraya también la paradoja de la libertad. «Quien no os ama está cautivo / y ajeno de libertad». A primera vista, la cruz parece esclavitud; sin embargo, abrazarla es entrar en la verdadera libertad, porque en ella Cristo rompió las cadenas del pecado. La cruz no aliena, sino que purifica y libera.

En la última estrofa, Teresa contempla la dimensión redentora del Calvario: «por vos se reparó el mal / con tan costoso remedio». La cruz es el medio de reconciliación, el lugar donde la humanidad recobra su alegría perdida. No es un objeto, sino un acontecimiento vivo: el encuentro del hombre con Dios en el amor crucificado.

Espiritualmente, este poema nos invita a mirar nuestras propias cruces cotidianas con los ojos de la fe. Teresa no dulcifica el sufrimiento; reconoce su aspereza, pero enseña a descubrir en él la presencia del Crucificado. Solo así la cruz deja de ser un peso absurdo y se convierte en «descanso sabroso», en escuela de libertad y en fuente de alegría.

La santa de Ávila nos muestra que la cruz no es un obstáculo para la vida espiritual, sino su puerta de entrada. Quien la abraza descubre que en la debilidad humana resplandece la fuerza de Dios, y que en la sangre del Crucificado se encuentra la verdadera vida.

Cruz, descanso sabroso de mi vida
vos seáis la bienvenida.

Oh bandera, en cuyo amparo
el más flaco será fuerte;
oh, vida de nuestra muerte,
qué bien la has resucitado.
Al león has amansado,
pues por ti perdió la vida.
Vos seáis la bienvenida.

Quien no os ama está cautivo
y ajeno de libertad;
quien a vos quiere allegar
no tendrá en nada desvío.
¡Oh, dichoso poderío,
donde el mal no halla cabida!
Vos seáis la bienvenida.

Vos fuisteis la libertad
de nuestro gran cautiverio;
por vos se reparó el mal
con tan costoso remedio;
para con Dios fuiste medio
de alegría conseguida.
Vos seáis la bienvenida.

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