viernes, 6 de agosto de 2021

Laudes para la fiesta de la transfiguración


El 6 de agosto se celebra la fiesta de la transfiguración del Señor. Cuando cae en domingo se sigue celebrando, porque las fiestas del Señor se convierten en solemnidad si caen en domingo. Les propongo la oración de la mañana del día:

Antifona invitatorio: A Cristo, el rey supremo de la gloria, venid, adorémosle.

Himno

Transfigúrame, Señor, transfigúrame.

Quiero ser tu vidriera,
tu alta vidriera azul, morada y amarilla.
Quiero ser mi figura, sí, mi historia,
pero de ti en tu gloria traspasado.

Transfigúrame, Señor, transfigúrame.

Mas no a mí solo,
purifica también 
a todos los hijos de tu Padre
que te rezan conmigo o te rezaron,
o que acaso ni una madre tuvieron
que les guiara a balbucir el Padrenuestro.

Transfigúranos, Señor, transfigúranos.

Si acaso no te saben, o te dudan
o te blasfeman, límpiales el rostro
como a ti la Verónica;
descórreles las densas cataratas de sus ojos,
que te vean, Señor, como te veo.

Transfigúralos, Señor, transfigúralos.

Que todos puedan, en la misma nube
que a ti te envuelve, 
despojarse del mal y revestirse
de su figura vieja y en ti transfigurada.
Y a mí, con todos ellos, transfigúrame.

Transfigúranos, Señor, transfigúranos. 

Salmodia

Antífona 1: Hoy el rostro de nuestro Señor Jesucristo resplandeció en la montaña como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la nieve.

¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansias de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a las sombras de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, 
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: Hoy el rostro de nuestro Señor Jesucristo resplandeció en la montaña como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la nieve.

Antífona 2: Hoy el Señor se transfiguró y fue testimoniado por la voz del Padre; se aparecieron radiantes Moisés y Elías, y hablaban con Jesús de su muerte, que iba a consumar.

Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

Antífona 2: Hoy el Señor se transfiguró y fue testimoniado por la voz del Padre; se aparecieron radiantes Moisés y Elías, y hablaban con Jesús de su muerte, que iba a consumar.

Antífona 3: La ley se dio por medio de Moisés, y la profecía por medio de Elías, los cuales fueron vistos hablando con el Señor, resplandecientes en la montaña.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su creador,
los hijos de Sión por su rey.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:

Para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, 
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: La ley se dio por medio de Moisés, y la profecía por medio de Elías, los cuales fueron vistos hablando con el Señor, resplandecientes en la montaña.

Lectura (Ap 21,10.23)

El ángel me transportó en éxtasis a un monte altísimo, y me enseño la ciudad santa, Jerusalén, que bajaba del cielo, enviada por Dios. La ciudad no necesita sol ni luna que la alumbre, porque la gloria de Dios la ilumina, su lámpara es el Cordero.

Responsorio

V. Lo coronaste de gloria y dignidad, Señor. Aleluya, aleluya.
R. Lo coronaste de gloria y dignidad, Señor. Aleluya, aleluya.
V. Le diste el mando sobre todas las obras de tus manos.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Lo coronaste de gloria y dignidad, Señor. Aleluya, aleluya.

Benedictus

Antífona: Una voz, desde la nube, decía: “Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo”. Aleluya.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de nuestros enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamaran profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas,
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, 
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona: Una voz, desde la nube, decía: “Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo”. Aleluya.

Preces

Dirijámonos confiados al Padre, que maravillosamente transfiguró a Jesucristo, nuestro Salvador, en la montaña, delante de sus discípulos, y digámosle: 
— Tu luz, Señor, nos haga ver la luz. 

Padre clementísimo, que transfiguraste a tu Hijo amado y te manifestaste a ti mismo en la nube luminosa, 
— haz que oigamos con fiel disposición la palabra de Cristo. 

Oh Dios, que nutriste de lo sabroso de tu casa a los discípulos elegidos y les diste a beber del torrente de tus delicias, 
— otórganos que encontremos en el cuerpo de Cristo el manantial de nuestra vida. 

Oh Dios, que hiciste que brillara la luz del seno de la tiniebla y has brillado en nuestros corazones para que contemplemos tu gloria, reflejada en Cristo Jesús, 
— fomenta en nosotros el espíritu de contemplación de tu Hijo amado. 

Oh Dios, que nos llamaste a una vida santa por tu gracia, que ahora se ha manifestado al aparecer nuestro Salvador Jesucristo, 
— saca a luz entre los hombres la vida inmortal, por medio del evangelio. 

Padre amantísimo, que nos has tenido un amor tan grande que nos llamamos hijos de Dios, y lo somos verdaderamente, 
— concédenos que, cuando Cristo se manifieste, nos hagamos semejantes a él. 

Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu Reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.

Oración

Oh Dios, que en la gloriosa transfiguración de tu Unigénito confirmaste los misterios de la fe con el testimonio de los profetas, y prefiguraste maravillosamente nuestra perfecta adopción como hijos tuyos, concédenos que, escuchando siempre la palabra de tu Hijo, el predilecto, seamos un día coherederos de su gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

Conclusión

El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. Amén.

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