El 3 de noviembre se celebra la fiesta del santo peruano Martín de Porres (1579-1639), contemporáneo de santa Rosa de Lima. Hijo de una esclava de color panameña, que había sido liberada, y de un español. Fue barbero-cirujano y después se hizo dominico.
Al principio era hermano "donado" (una especie de terciario que vivía en el convento y usaba hábito, pero sin ser fraile). Con el tiempo hizo sus votos como hermano "lego" (vestían algo distinto de los frailes "coristas", no tenían los mismos derechos, se ocupaban de las labores humildes, pero eran frailes profesos).
Fue tanto su amor hacia los pobres y hacia los animales (perros, gatos, ratones y pájaros, especialmente), que le llamaban "hermano Martín de la caridad". A su muerte se inició el proceso de beatificación.
Aunque en el libro de bautismo consta como hijo de padre desconocido, las hagiografías dicen que es hijo de un noble español. Las más antiguas dicen que era pobre y por eso no se pudo casar con "una mujer de su condición", por lo que vivió amancebado con la madre de Martín. Aunque en otros lugares se dice que su padre fue gobernador de Panamá y cosas por el estilo.
No podía ser de otra manera. La mentalidad barroca no podía aceptar que un mulato fuera santo si no llevaba sangre de algún noble en sus venas, aunque el padre fuera tan villano como para no reconocer a sus hijos durante años o para dejarlos abandonados a su suerte. (Seguro que hay quien lo justifica diciendo que algunas biografías afirman que pagó sus estudios y cosas por el estilo).
A pesar de que los fieles de Lima siempre lo han venerado como santo, no fue beatificado oficialmente hasta el s. XIX y canonizado en el s. XX. Hasta entonces, la sociedad no estaba preparada para acoger a un santo mulato. Bueno, si nos sirve de consuelo, hemos de pensar que en Estados Unidos han tardado mucho más en admitirlos a la política y en llegar a tener un presidente de ese grupo racial.
Hoy nos avergüenza que en otros tiempos se aceptara la esclavitud y que las personas fueran rechazadas por el color de su piel, pero es parte de nuestra historia.
Yo tengo la suerte de conocer algunas personas de color mejores que yo. El Señor los llene de bendiciones y san Martín los acompañe siempre. Amén.
Fue tanto su amor hacia los pobres y hacia los animales (perros, gatos, ratones y pájaros, especialmente), que le llamaban "hermano Martín de la caridad". A su muerte se inició el proceso de beatificación.
Aunque en el libro de bautismo consta como hijo de padre desconocido, las hagiografías dicen que es hijo de un noble español. Las más antiguas dicen que era pobre y por eso no se pudo casar con "una mujer de su condición", por lo que vivió amancebado con la madre de Martín. Aunque en otros lugares se dice que su padre fue gobernador de Panamá y cosas por el estilo.
No podía ser de otra manera. La mentalidad barroca no podía aceptar que un mulato fuera santo si no llevaba sangre de algún noble en sus venas, aunque el padre fuera tan villano como para no reconocer a sus hijos durante años o para dejarlos abandonados a su suerte. (Seguro que hay quien lo justifica diciendo que algunas biografías afirman que pagó sus estudios y cosas por el estilo).
A pesar de que los fieles de Lima siempre lo han venerado como santo, no fue beatificado oficialmente hasta el s. XIX y canonizado en el s. XX. Hasta entonces, la sociedad no estaba preparada para acoger a un santo mulato. Bueno, si nos sirve de consuelo, hemos de pensar que en Estados Unidos han tardado mucho más en admitirlos a la política y en llegar a tener un presidente de ese grupo racial.
Hoy nos avergüenza que en otros tiempos se aceptara la esclavitud y que las personas fueran rechazadas por el color de su piel, pero es parte de nuestra historia.
Yo tengo la suerte de conocer algunas personas de color mejores que yo. El Señor los llene de bendiciones y san Martín los acompañe siempre. Amén.
- Padre celestial, que condujiste a san Martín a la gloria eterna por medio de su humildad, ayúdanos, a seguir sus ejemplos de humildad y servicio, para gozar un día de su compañía en el cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
- Dios nuestro, que condujiste a san Martín de Porres a la gloria celestial por un camino de trabajos humildes e ignorados, concédenos imitar sus ejemplos para que gocemos de tu vida en el cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
- Dios misericordioso, que transformaste a san Martín de Porres, para hacer de él un hombre nuevo a imagen de Cristo, renuévanos también a nosotros, para que sepamos acoger y amar a todos, sin distinción, como él hizo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
- Dios omnipotente, haz que, a ejemplo de san Martín de Porres, te amemos sobre todas las cosas y vivamos siempre como verdaderos hijos tuyos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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