miércoles, 19 de agosto de 2015

El padre Palau en Ibiza


Estos días me encuentro en Ibiza, en la casa de espiritualidad "Santa Teresa" de Es Cubells, predicando ejercicios espirituales a un grupo internacional de hermanas carmelitas misioneras que se preparan para hacer sus votos perpetuos a Dios. 


Normalmente se identifica Ibiza con sus playas y con los turistas jóvenes que llenan las discotecas, pero la isla aún conserva espacios casi vírgenes, silenciosos, muy apropiados para la contemplación de la obra de Dios, especialmente los relacionados con el beato Francisco Palau y Quer, que vivió en esta tierra varios años, desterrado por causas políticas, y la convirtió en un lugar de retiro y de evangelización. En sus escritos habla así de este lugar:

"Desterrado en 1854 a las islas Baleares, la providencia me tenía en ellas preparado un desierto tal cual mi corazón lo deseaba. Tenemos al oeste de la isla de Ibiza una ermita situada sobre el borde de precipicios que tocan los mares, y una legua adentro las aguas, el mapa marca bajo el nombre de Vedrá un islote que tiene una legua de circuito. Sus cúspides, basadas sobre lo más profundo del Mediterráneo, se levantan hasta los cielos y, para que nada faltara al solitario, abrió Dios una fuente sobre la cima de este monte; el cual da hospitalidad a todas las aves que tienen por las noches a recogerse entre las aberturas de sus peñas".

"Terminada en esta Isla mi misión, que empezó el día 10 de febrero, rendido y fatigado de tanta acción, llamé a mi conductor. Tomó su bote, y al romper el alba salimos de nuestro puerto que se halla al pie de nuestra ermita. El día era uno de los bellos de primavera, la mar estaba pacífica y quieta, y soplando el viento suave del este, tendida la vela, marchamos viento en popa".

"Este monte es un islote al oeste de Ibiza, separado de la isla, que se levanta desde el profundo de las aguas hasta el cielo; no hay aquí más habitantes que yo. Tengo la ermita a dos leguas al mediodía de la isla y los hermanos que tienen en ella una barca pesquera, me traen aquí, me dejan solo y se vuelven. En la cima del monte hay una fuente, y las aberturas de las peñas son mis celdas. Aquí me retiro diez años ha y hallo cuanto un solitario puede desear".

"En ciertas estaciones me retiro a un islote, de una hora de circuito y de una elevación prodigiosa, que en crestas acolumnadas se levanta sobre el profundo del mar Mediterráneo. Vase la barca y yo me quedo allí solo por unos días, para unirme con Dios y su Iglesia, en fe, esperanza y amor".
 

Fachada de la casa diocesana de espiritualidad, gestionada por las carmelitas misioneras. Se encuentra a pocos metros de la ermita del P. Palau.


Iglesia-santuario de la Virgen del Carmen, construida por el P. Palau. La parte de atrás es la ermita en la que él vivió.


Interior del templo.


A la derecha del edificio hay un busto del P. Palau.


Esta es la inscripción que hay en el monolito de piedra.


Junto al monolito se levanta este monumento a los pescadores.


 Estas son las vistas desde la ermita.


La casa de la madre Juana, discípula del P. Palau, a pocos kilómetros del santuario.


Vista desde la atalaya de la isla del Vedrá, a la que se retiraba el padre Palau en sus días de retiro.

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