lunes, 9 de septiembre de 2024

¿Quién dice la gente que soy yo? Domingo 24 del Tiempo Ordinario, ciclo b


El evangelio del domingo 24 del Tiempo Ordinario, ciclo "b" (Mc 8,27-35), es una oportunidad para reflexionar sobre la identidad de Jesús y nuestra relación personal con él: ¿Quién es Jesús para la gente?, ¿quién es Jesús para los discípulos?, ¿quién es Jesús para mí?

En el centro de los evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas) encontramos una pregunta que divide la historia de Jesucristo en dos partes: ¿Quién dice la gente que soy yo?

En concreto, en el evangelio de Marcos marca la mitad material del relato. Antes se narra la actividad pública de Jesús en Galilea. En esa primera parte son muchos los que lo siguen entusiasmados. En cierto momento tiene lugar el diálogo sobre la identidad de Jesús y el primer anuncio de la pasión. Después, se recoge el viaje definitivo de Jesús a Jerusalén, el de su muerte y resurrección. Cada vez son más los que lo abandonan y menos los que lo siguen, porque no responde a sus expectativas. 

El diálogo de Jesús con sus discípulos y la pregunta sobre su identidad tienen lugar en Cesarea de Filipo, la actual Banias, junto a las fuentes del Jordán, a los pies del monte Hermón, en uno de los paisajes más bellos de la Tierra Santa. Allí había, desde antiguo, un famoso templo en honor del dios Pan y de las ninfas. Herodes el Grande construyó una ciudad totalmente helenizada, con foro, estadio, teatro y otros lugares de diversión y con un santuario imponente en honor del emperador, del que se conservan algunas ruinas. Su hijo Herodes Filipo la transformó en la capital de su reino, dándole el nombre en honor a César Augusto y a sí mismo. 

En esa ciudad, los discípulos pudieron comprobar lo que les ofrecía la sociedad pagana de su época: abundantes bienes de consumo y numerosos entretenimientos. Precisamente allí, Jesús manifiesta que su destino es el sufrimiento y que los que quieran ser sus discípulos también tienen que abrazarse a la cruz y caminar tras él, eligiendo entre seguir a Jesús o seguir al mundo.

En primer lugar, Jesús pregunta qué dice la gente de él (cf. Mc 8,27-30; Mt 16,13-20; Lc 9,18-21). En el evangelio, las opiniones están divididas: unos piensan que es un santo y otros que está endemoniado, algunos que es un profeta de Dios y otros que es un embaucador. Los discípulos solo se atreven a exponer las positivas, que identifican a Jesús con un profeta. Pero a Jesús no le sirve lo que dice la gente. Por eso pregunta directamente a sus discípulos (y a cada uno de nosotros): ¿Quién soy yo para ti?, ¿qué lugar ocupo en tu vida? 

En los tres evangelios, Pedro contesta en nombre de los doce: «Tú eres el mesías» (Mc 8,29), «Tú eres el mesías de Dios» (Lc 9,20), «Tú eres el mesías, el Hijo de Dios vivo» (Mt 16,16). San Juan también recoge una confesión similar de Pedro, aunque en otro contexto: «Tú eres el Santo de Dios» (Jn 6,69). Vemos que hay una progresiva profundización en la identidad de Jesús por parte de los primeros cristianos, la cual queda reflejada en estos textos. El más antiguo se limita a reconocer a Jesús como «mesías» de Israel.

Después de que Pedro afirmó que Jesús es el mesías, él explicó qué tipo de mesianismo es el suyo. Sus contemporáneos esperaban un mesías poderoso, como David, que debía restablecer el reinado de Israel y acabar con la dominación romana. Pero Jesús se presenta como un mesías humilde, que viene a servir, que debe padecer y morir por los pecadores: «Se puso a enseñarles cómo era preciso que el Hijo del hombre sufriera mucho, fuera rechazado por los ancianos, por los jefes de los sacerdotes y por los escribas, condenado a muerte y resucitar al tercer día» (Mc 8,31s). Es el primer anuncio de la pasión, al que seguirán otros dos (cf. Mc 9,30-32; 10,32-34).

Texto tomado de mi libro "La Semana Santa según la Biblia", editorial Monte Carmelo, Burgos 2017, ISBN: 978-84-8353-819-7, páginas 55-57.

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