martes, 5 de noviembre de 2024

Entre pucheros anda el Señor. "Tortilla de pobres"


ENTRE PUCHEROS ANDA EL SEÑOR. Hoy: “tortilla de pobres”
ALFA&OMEGA del 31 de octubre al 6 de noviembre de 2024
Entrevista al padre Eduardo Sanz de Miguel, carmelita descalzo en Soria
Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo. Madrid


Antiguamente, cuando algún padre carmelita volvía de los pueblos de la zona de predicar en sus iglesias, al regresar al convento por la noche, tras una larga caminata a pie, la comunidad le recompensaba con un sencillo plato para poder recomponer sus fuerzas: una tortilla de pobres. «Estaba hecha a base de huevo, en un tiempo en el que este ingrediente no era algo muy abundante. De hecho, esta carencia ha quedado reflejada incluso en dichos populares, como el que afirma que “cuando seas padre, comerás huevos”», explica el padre Eduardo Sanz, miembro de la comunidad de carmelitas descalzos de Soria.

La tortilla de pobres era algo que se preparaba solo en ocasiones excepcionales como la mencionada y que se reservaba también como postre para los días de fiesta. Es uno de esos sencillos platos cuyo modo de elaboración ha ido pasando de convento en convento, a lo largo de los siglos, en una gastronomía propia que los carmelitas descalzos han ido incluso recogiendo en diversos libros de recetas.

Fray Eduardo comparte los muros del convento de Soria con otros cuatro hermanos, de 58 a 94 años, todos españoles de diversas provincias. «Esta nunca ha sido una comunidad muy grande, sobre todo por el hecho de que nuestro convento también es pequeño», señala Sanz.

Fue la misma santa Teresa de Jesús la que, en 1581, fundó el monasterio de las carmelitas descalzas en Soria y, un siglo después, en 1681, llegó la primera comunidad masculina con el objetivo de ayudar y acompañar espiritualmente tanto a las monjas como a los fieles y sacerdotes de la ciudad. Durante siglos, en España hubo muchas ciudades que albergaban tanto a la comunidad masculina como a la femenina del Carmelo descalzo, «separados y unidos al mismo tiempo por la iglesia, que quedaba en medio de ambos». Sin embargo, este modelo quedó destruido o en desuso debido a los avatares de la historia y hoy el de Soria es el único ejemplo en nuestro país que recoge esta forma de vivir la vocación carmelitana.

Desde su fundación, siempre ha habido frailes carmelitas descalzos en Soria, salvo en la exclaustración forzosa que sufrieron en el siglo XIX, cuando fueron desposeídos de su convento. Años después, al volver a la ciudad, se vieron obligados a comprar a sus nuevos dueños su propia casa, donde siguen llevando a día de hoy «una vida de oración, fraternidad y trabajo sencillo en favor de la Iglesia», explica fray Eduardo.

Así, aunque el templo del Carmen no es parroquia como tal, tiene mucho movimiento apostólico, con grupos de oración y espiritualidad, que completan la vida litúrgica sacramental que los frailes ofrecen a toda la ciudad. «Tenemos un gran compromiso con la diócesis de Osma-Soria», cuenta el fraile, pues un miembro de la comunidad es el delegado diocesano para la Vida Consagrada y otro es capellán de la universidad y da clases en la Escuela Diocesana de Agentes de Pastoral, lo cual ayuda al sostenimiento de la comunidad, cuya principal fuente de ingresos, como en tantas otras realidades contemplativas, es la pensión que reciben los más mayores. «Otro servicio importante es el sacramento de la Confesión que ofrecemos a todos los fieles de Soria. Siempre hay uno de nosotros en el confesionario y viene incluso gente de los pueblos de alrededor a reconciliarse con Dios», añade.

A pesar de que el monasterio de las carmelitas alberga varias reliquias de santa Teresa, el edificio de los frailes perdió todo tesoro artístico y religioso durante la exclaustración. Allí, los carmelitas, cuando la ciudad aún duerme, se levantan cada día muy temprano para iniciar una jornada de trabajo y oración «desde la aurora hasta el ocaso, dando voz a la Iglesia, que alaba a su Señor», concluye.

Hoy: tortilla de pobres. La receta

INGREDIENTES:
Una taza mediana de harina de trigo
Una taza mediana de leche
Un huevo
Una pizca de sal
Azúcar al gusto


MODO DE PREPARACIÓN
Batimos bien todos los ingredientes sin que queden grumos. Después, calentamos en la sartén dos o tres cucharadas de aceite y derramamos la pasta batida hasta cubrir el fondo de la misma. Freímos bien la masa por ambos lados y, al sacar la torta, espolvoreamos encima un poco de azúcar.

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