lunes, 8 de enero de 2024

Iglesia románica de san Miguel Arcángel en Andaluz (Soria)


Aunque Andaluz solo cuenta en nuestros días con tres casas abiertas durante el invierno y depende administrativamente de Berlanga, históricamente ha tenido su importancia. 

En la zona hay vestigios de asentamientos prehistóricos, celtíberos y romanos; pero hoy la transitan más ciervos, jabalíes, zorros, perdices, conejos y buitres leonados que humanos.

Se encuentra en un fértil valle regado por los ríos Andaluz y Duero, a la salida de un cañón entre montañas, por lo que es un paso estratégico, por donde pasaban los ejércitos y, más tarde, los ganados trashumantes (y se cobraba el paso hasta tiempos relativamente recientes).

Los romanos construyeron un puente de seis ojos y 105 metros de largo sobre el Duero, reconstruido en la Edad Media y en los siglos XVI y XVIII.

Por este paso natural cruzaron Escipión el Africano (hace unos 2200 años), Almanzor moribundo en su retirada desde Calatañazor hacia Gormaz (año 1002), el Cid Campeador camino del destierro (hacia el año 1080), y en otras ocasiones, especialmente cuando fue nombrado alcaide de la vecina Berlanga.

Primero fue frontera entre moros y cristianos (en el siglo XI cambió de manos unas diez veces), después entre castellanos y aragoneses.

El año 1089, Andaluz recibió uno de los fueros (estatuto jurídico con los derechos y privilegios otorgados por el rey a sus habitantes) más antiguos de Castilla y el primero de los territorios que ocupa la actual provincia de Soria. Los de la ciudad de Soria vinieron más de 100 años después (en 1190 y en 1214). 

A la antigua «comunidad de villa y tierra de Andaluz» pertenecían trece aldeas cercanas (todas ellas, hoy con poquísimos habitantes o totalmente despobladas). A nivel religioso, se correspondía con el arciprestazgo de Andaluz. El señorío de Andaluz perduró hasta mediados del siglo XIX y el arciprestazgo hasta mediados del siglo XX.

El fuero regulaba el derecho civil y penal, estableciendo cómo nombrar cinco hombres buenos para el concejo de la villa y los representantes de los otros asentamientos para el concejo de las aldeas, un contador, un juez y un escribano, cómo debían celebrarse los juicios, imponer las penas por homicidio, robos, etc., incluyendo detalles tan curiosos como que el padre o la madre que matare a su hijo, hija, criado o a cualquiera que comiere de su mesa, no reciba ningún castigo, pero estableciendo las penas correspondientes a las demás faltas, incluidas romper los dientes a un vecino en una pelea:

«Todo hombre que hiriere a otro en la boca y le echare los dientes o los quebrare, por cada diente pague tres maravedíes, esto es dicho por los seis dientes de suso (arriba) y por los seis dientes de yuso (abajo); y por los otros dientes cercanos, dos maravedíes; y por las muelas de atrás, un maravedí por cada una; y diez maravedíes por las heridas…»

En el famoso «diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar» de Madoz, del siglo XIX, se afirma que llegó a tener once mil habitantes. Quizás sea una cifra exagerada, pero nos indica que fue un núcleo de población importante.

En Andaluz se conservan varios restos interesantes:

El puente romano sobre el Duero, de seis ojos, reconstruido en la Edad Media y de nuevo en los siglos XVI y XVIII.

Ruinas del templo mozárabe de santa Lucía (siglos X-XI), con ábside de planta cuadrangular en el exterior y planta de arco de herradura en su interior (de la época del cercano templo de san Baudelio y del de san Miguel de Gormaz). Se encuentra en un cerro que es un parque arqueológico, con un yacimiento celtíbero y restos de un castillo musulmán.

El ábside románico de la antigua iglesia de Santa María de la Calle. En el interior hay algunos capiteles, estelas y la primitiva pila bautismal.

El edificio más significativo es la iglesia de san Miguel Arcángel, en cuya portada (con cinco arquivoltas elegantemente decoradas con taqueado jaqués y cuatro columnas con elegantes capiteles) hay dos bajorrelieves (a la derecha un grifo alado y a la izquierda un león atacando) y una inscripción que nombra al maestro constructor (un tal Ansur Piranus) y la fecha de construcción: 1152 de la era de Augusto (que corresponde al 1114 de la era cristiana).

La «Era de Augusto» fue asumida como cómputo oficial el año 526, en el concilio de Tarragona (por eso, también es conocida como «Era hispánica») y comenzaba el año 38 a. C. Fue abolida en Aragón y Castilla en el siglo XIV y en Portugal y Navarra en el siglo XV. Por eso, en los documentos antiguos hay que tener en cuenta estas precisiones.

La galería porticada es también románica, aunque unos cincuenta o cien años posterior al templo. Es el único caso en la provincia de Soria de un pórtico que cubría el muro sur (que es lo normal) y los muros oeste y norte (hoy tapiados y musealizados). Quizás la galería original fue la de los lados norte y oeste, pero después la tapiaron por el frío, decidiendo levantar la del sur, en la que da el sol desde la mañana hasta la tarde. De hecho, todas las galerías románicas de la zona se levantan en la fachada sur.

En los capiteles y canecillos se recogen elementos vegetales, trabajos de cestería, cabezas humanas, caballos, cabras, arpías, centauros, aves, leones, pavos reales… (simbolizando pecados y virtudes), además del Creador entre el sol y la luna (referencia a la creación y también a la muerte y resurrección de Cristo).

La torre es del siglo XVII. En el interior del templo (muy transformado en el siglo XVIII) se conservan la pila bautismal del siglo XII, algunas estelas funerarias (Andaluz tiene más de 30, lo que la convierte en la colección más amplia de la provincia de Soria) y la talla románica de la Virgen de Santa Lucía (finales del siglo XII o principios del XIII, actualmente en el museo diocesano del Burgo).

El retablo mayor es churrigueresco y se doró el año 1714. La imagen del titular, san Miguel, es de finales del siglo XVII. A la izquierda del titular hay tallas de san Francisco y san Isidro labrador. A la derecha, de santo Domingo de Guzmán (vestido de canónigo de la catedral de Osma) y san Roque.

Hay cuatro retablos laterales: uno dedicado a Cristo en la cruz y tres a la Virgen (santa María la Mayor, la Virgen del Rosario y nuestra Señora del Rosario).

La población se halla situada a la salida de este cañón, que los lugareños llaman "el Portillo".

Desde lo alto del cerro de santa Lucía se puede ver el fértil valle.

El puente sobre el Duero era la única manera de poder atravesarlo con seguridad en muchos kilómetros.

Los restos del castillo musulmán y la ermita de santa Lucía se encuentran en lo alto del cerro.

El ábside románico de la antigua iglesia de santa María de la Calle hoy está incorporado a una casa particular.

Plano de la iglesia de san Miguel, en el que se puede apreciar la galería, que se extendía por tres tramos exteriores del templo.

Vista de la iglesia de san Miguel, con la torre a la derecha..

Algunos canecillos, que sujetan los aleros del templo.

La galería desde el interior.

Portada principal del templo de san Miguel.

Inscripción con el año de construcción y el nombre del "arquitecto".

Parte musealizada en la galería tapiada.

Uno de los capiteles más curiosos (y el más tosco de todos), con un hombre acompañado por dos caballos. La escena se repite a sus espaldas.

Un centauro en otro capitel.

La cerradura y llave originales.

Pila bautismal del siglo XII.

Presbiterio, con tres de los retablos de la iglesia.

Imágenes de san Francisco de Asís y san Isidro labrador, en el lado izquierdo.

Imágenes de santo Domingo de Guzmán y san Roque, en el lado derecho.

Retablo de Cristo crucificado.

Retablo de la Virgen Dolorosa. En el ático está el anagrama de la Virgen y en la puerta del sagrario su corazón inmaculado.

Retablo de la Virgen del Rosario, gemelo del de la Dolorosa. En el ático está el anagrama de Jesús y en la puerta del sagrario su sagrado corazón, lo que indica que en otro tiempo estuvo dedicado al Señor, posiblemente con una imagen de Jesús resucitado.

Interesantísimo retablo de santa María la Mayor. Tanto la imagen de la Virgen como los relieves son renacentistas, del siglo XVI y de buena factura, aunque en el siglo XVIII se armaron en la arquitectura del retablo actual.

En el interior de la torre se conservan tres campanas, dos yugos de campana antiguos, algunas andas procesionales y varias vigas delicadamente trabajadas del edificio primitivo del siglo XII.

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