La universidad de Salamanca es la tercera más antigua del mundo (fundada en 1218, después de las de Bolonia y Palencia), aunque es la primera que recibió el título de «universidad» (en 1252), ya que antes eran llamadas «estudios generales». En los siglos XVI y XVII era la más prestigiosa del mundo y se decía: «Quod natura non dat, Salmantica non præstat», «Lo que la naturaleza no da, Salamanca no presta» (es decir, que si no hay inteligencia, no se consigue nada ni yendo a Salamanca).
Las calles de la ciudad están salpicadas de monumentos de piedra dorada: iglesias, colegios universitarios y palacios. Salamanca está llena de leyendas y tradiciones, además de numerosas referencias literarias. Por allí pasaron Fernando de Rojas (autor de La Celestina, de finales del siglo XV), Antonio de Nebrija (escritor de la primera gramática de la lengua española en 1492, la primera en lengua moderna, la primera en inglés se escribió 100 años después), el autor del Lazarillo de Tormes, fray Luis de León, santa Teresa de Jesús, Miguel de Cervantes, Miguel de Unamuno…
«Advierte, hija mía, que estás en Salamanca, que es llamada en todo el mundo madre de las ciencias, y que de ordinario cursan en ella y habitan diez o doce mil estudiantes, gente moza, antojadiza, arrojada, libre aficionada, gastadora, discreta, diabólica y de buen humor». (Miguel de Cervantes)
Salamanca, Salamanca, / renaciente maravilla,
académica palanca / de mi visión de Castilla.
Oro en sillares de soto / en las riberas del Tormes;
de viejo saber remoto / guardas recuerdos conformes.
Hechizo salmanticense / de pedantesca dulzura;
gramática del Brocense, / florón de literatura.
¡Ay mi Castilla latina / con raíz gramatical,
ay tierra que se declina / por luz sobrenatural! (Miguel de Unamuno)
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