sábado, 22 de abril de 2023

Los discípulos de Emaús reconocen a Jesús en la Fracción del Pan


El cuadro de Traver Calzada (1945-) representa a los discípulos de Emaús y se encuentra en la iglesia de Cabanes (en Castellón, España). A la izquierda van caminando con Jesús, en el centro están a su lado cuando él parte el Pan, a la derecha regresan a Jerusalén para contar a los demás lo que han vivido.

Cuando los discípulos de Emaús llegan a su pueblo aún no reconocen a Jesús, a pesar de que él mismo les ha explicado las Escrituras. De momento, Jesús prosigue su camino y ellos le piden que se quede en su casa. Sin darse cuenta, están cumpliendo la palabra de Jesús: «Fui peregrino y me hospedasteis». No reconocen a Jesús como a su Señor, pero demuestran que habían aprendido algo de él.

Confiesan que se encuentran en la oscuridad («es de noche») y Jesús se queda con ellos: «Se sentó a la mesa, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo entregó» (24,30). Vemos aquí las mismas palabras que en la narración de la última Cena (cf. 22,19). Ante el actuar de Jesús se abren sus ojos y le reconocen. 

Él les había dicho: «Haced esto en memoria mía» (22,19). Ahora repite los mismos gestos que ya había realizado unos días antes y ellos, finalmente, recuerdan sus palabras. 

Verdaderamente, la eucaristía es el memorial de su entrega, de su muerte y resurrección. Por eso, la primera comunidad será asidua en la escucha de la Palabra explicada por los apóstoles y en la fracción del pan (cf. Hch 2,42).

Ahora que los discípulos reconocen a su Señor, que se abren sus ojos, Jesús desaparece de su vista. Es el momento en que Jesús vuelve a su Padre, donde ha de ser descubierto. 

En esta eucaristía encontramos el culmen del evangelio de Lucas. No estamos en la del Jueves Santo, con Jesús que camina hacia el Calvario, sino en la celebración pascual, con Jesús que ya se encuentra en el seno del Padre.

Cuando los discípulos reconocen a Jesús, vuelven corriendo a Jerusalén; regresan con los apóstoles, con la Comunidad, que ahora confiesa: «Verdaderamente el Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón» (24,34). 

Cuando hablaban de él lo llamaron «profeta» (24,19). Jesús se presentó como el «mesías» (24,26). Ahora la Iglesia lo confiesa «Señor» (24,34), reconociendo su divinidad. 

Hemos pasado de la dispersión a la unidad, del temor a la confesión de fe. La Iglesia se encuentra reunida en torno a Pedro, que cumple el mandato de Jesús: «Cuando te hayas convertido, confirma a tus hermanos»(22,32).

Jesús les bendice y vuelve al Padre, desaparece de su vista. Su separación había causado miedo y abandono en Getsemaní. Aquí provoca alegría y el rebaño se mantiene unido en torno a Pedro. 

Los discípulos permanecen ahora unidos en Jerusalén: «Estaban de continuo en el templo, bendiciendo a Dios» (24,53), esperando el don del Espíritu, perseverando en la explicación de las Escrituras y en la celebración de la eucaristía, sabiendo que allí Jesús se hace presente como Señor. 

A Jesús también se le puede encontrar en el hermano, en el pobre, en el peregrino, pero el vértice del encuentro personal con Cristo se realiza en la comunión de la Iglesia, al proclamar su palabra y comer su pan.

Tomo el texto de mi libro "La Semana Santa según la Biblia", páginas 204-205. Editorial Monte Carmelo, Burgos, 2017. ISBN: 978-84-8353-819-7

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