martes, 14 de septiembre de 2021

Laudes para la fiesta de la santa cruz


Oración de la mañana para las fiestas en honor de la santa cruz de nuestro Señor Jesucristo (3 de mayo y 14 de septiembre)

— Señor, ábreme los labios. 
— Y mi boca proclamará tu alabanza.

Antífona invitatorio: Venid, adoremos a Cristo Rey, elevado por nosotros en la cruz.

(Salmo 99. Alegría de los que entran en el templo)

Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría, 
entrad en su presencia con vítores.

Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos, 
su pueblo y ovejas de su rebaño.

Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos, 
dándole gracias y bendiciendo su nombre:

«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna, 
su fidelidad por todas las edades».

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

HIMNO

¡Oh cruz fiel, árbol único en nobleza!
Jamás el bosque dio mejor tributo
en hoja, en flor y en fruto.
¡Dulces clavos! ¡Dulce árbol donde la Vida empieza
con un peso tan dulce en su corteza!

Vinagre y sed la boca, apenas gime;
y, al golpe de los clavos y la lanza,
un mar de sangre fluye, inunda, avanza
por tierra, mar y cielo, y los redime.

Ablándate, madero, tronco abrupto
de duro corazón y fibra inerte;
doblégate a este peso y esta muerte
que cuelga de tus ramas como un fruto.

Tú solo entre los árboles, crecido
para tender a Cristo en tu regazo;
tú, el arca que nos salva; tú, el abrazo
de Dios con los verdugos del Ungido.

Al Dios de los designios de la historia,
que es Padre, Hijo y Espíritu, alabanza;
al que en la cruz devuelve la esperanza
de toda salvación, honor y gloria. Amén.

SALMODIA

Antífona 1: Murió en la santa cruz el que venció al infierno. Ceñido de poder, resucitó al tercer día. Aleluya.

Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca, y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio, y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti, y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: Murió en la santa cruz el que venció al infierno. Ceñido de poder, resucitó al tercer día. Aleluya.

Antífona 2: ¡Cómo brilla la cruz, de la que colgó Dios en carne humana y en la que, con su sangre, lavó nuestras heridas! Aleluya.

Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor; cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor; ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor; astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor; vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor; fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor; témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor; noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor; rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor, ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor; cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor; mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor; aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor; ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor; bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor; siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor; santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor; ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo, alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

Antífona 2: ¡Cómo brilla la cruz, de la que colgó Dios en carne humana y en la que, con su sangre, lavó nuestras heridas! Aleluya.

Antífona 3: Resplandece la santa cruz, por la que el mundo recobra la salvación. ¡Oh cruz que vences!, ¡cruz que reinas!, ¡cruz que nos limpias de todo pecado! Aleluya.

Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca y espadas de dos filos en las manos.

Para tomar venganza de los pueblos y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas, a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: Resplandece la santa cruz, por la que el mundo recobra la salvación. ¡Oh cruz que vences!, ¡cruz que reinas!, ¡cruz que nos limpias de todo pecado! Aleluya.

LECTURA (Heb 2,9-10)

Vemos a Jesús coronado de gloria y honor por su pasión y muerte. Así, por la gracia de Dios ha padecido la muerte para bien de todos. Dios, para quien y por quien existe todo, juzgó conveniente, para llevar a una multitud de hijos a la gloria, perfeccionar y consagrar con sufrimientos al guía de su salvación

RESPONSORIO

— Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. 
— Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.

— Porque con tu cruz has redimido el mundo. 
— Te bendecimos.

— Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
— Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos.

BENEDICTUS

Antífona: Tu cruz adoramos, Señor, y tu santa resurrección alabamos y glorificamos; por el madero ha venido la alegría al mundo entero.

(Lc 1, 68-79. Cántico de Zacarías: El mesías y su precursor)

Bendito sea el Señor, Dios de Israel, 
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación 
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo 
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos 
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza 
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor, 
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia, 
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación, 
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios 
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona: Tu cruz adoramos, Señor, y tu santa resurrección alabamos y glorificamos; por el madero ha venido la alegría al mundo entero.

PRECES

Invoquemos a nuestro Redentor, que nos ha redimido por su cruz, y digámosle:
— Por tu cruz, sálvanos, Señor.

Hijo de Dios, que, por la señal de la serpiente de bronce, sanaste al pueblo de Israel,
— protégenos hoy de la mordedura del pecado.

Hijo del hombre, que fuiste elevado en la cruz, como Moisés elevó la serpiente en el desierto,
— elévanos a la felicidad de tu reino.

Hijo unigénito del Padre, que fuiste dado al mundo para que todo el que crea en ti no perezca,
— concede la vida eterna a los que buscamos tu rostro.

Hijo amado del Padre, que has sido enviado al mundo, no para condenarlo, sino par que se salve por ti,
— da la fe a nuestros parientes para que no perezcan.

Hijo eterno del Padre, que viniste a prender fuego en el mundo y deseaste intensamente que estuviera ya ardiendo,
— haz que realicemos la verdad y nos acerquemos así a la luz.

Digamos juntos la oración de los cristianos: — Padre nuestro…

ORACIÓN

Padre celestial, que has querido realizar la salvación de todos los hombres por medio de tu Hijo, muerto en la cruz; a quienes hemos conocido en la tierra este misterio concédenos alcanzar en el cielo los premios de la redención. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. Amén.

Bendigamos al Señor. Demos gracias a Dios.

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