Durante unas obras de restauración, en el subsuelo se encontraron restos de edificios de época republicana e imperial, desde el siglo II a. C. al siglo II d. C. (la tradición ha afirmado siempre que la basílica se construyó sobre la casa de la santa), así como de un antiguo baptisterio.
Fachada externa, desde la que se accede al patio que precede a la basílica.
En el atrio del templo se conservan columnas, mosaicos y una gran ánfora de época clásica, el pórtico y el campanario son del siglo XII (reutilizando elementos anteriores), en el ábside se conservan mosaicos del siglo IX, el ciborio fue realizado por Arnolfo di Cambio en el siglo XIII y conserva valiosas pinturas y esculturas de distintas épocas.
Este monumento funerario del cardenal Paolo Emilio Sfondrati está a la derecha del atrio, antes de ingresar al templo. Sentado junto a él, Santiago Montobbio escribió este poema:
Roma, Roma, Roma. te diré o sentiré
en tus secretos, en tu música escondida.
Así me lo digo y siento en la belleza
de esta iglesia del Trastevere.
Así te diré, sin querer, inesperada.
Como te das. Como eres, Roma.
Música secreta de ángeles escondidos
en las fuentes y en las calles y en las plazas,
en las iglesias, en el río, en los gatos.
Música. Música de Roma. En que
me vuelve Roma.
Bajo el altar se expone la impresionante escultura en mármol de santa Cecilia, tal como se encontró su cuerpo en las catacumbas el año 1599. Está rodeada de mármoles preciosos, así como lámparas y otros objetos de bronce.
La escultura yacente de santa cecilia es la obra más brillante de Stefano Maderno, de un realismo estremecedor, realizada el año 1600, cuando el artista tenía solo 23 años de edad. Más tarde, sirvió de inspiración a Gian Lorenzo Bernini y a los artistas del barroco.
Mosaico de principios del siglo IX. En el centro está Jesús bendiciendo. A nuestra izquierda san Pablo, santa Cecilia y el papa Pascual I, con un nimbo cuadrado, para indicar que estaba vivo y un modelo del templo en las manos, ya que ofrece la iglesia remodelada al Señor. A nuestra derecha san Pedro, san Valeriano y santa Águeda. A los pies, 12 ovejas que salen de las ciudades de Belén y Jerusalén y van a beber del agua que brota de la fuente en la que está Cristo - Cordero de Dios. La inscripción de la época habla del comitente y de la dedicación del templo, después de ampliarlo y embellecerlo.
Frescos de Pietro Cavallini (siglo XIII) en la contrafachada. Jesús en un nimbo (Pantocrátor) rodeado de ángeles. Forma parte de un juicio universal. Cristo es el final de la historia y tiene los brazos abiertos para acoger a quienes confían en él.
Cuatro de los apóstoles que acompañan la imagen de Cristo Pantocrátor en la pintura medieval de Pietro Cavallini.
Una de las pinturas realizadas el año 1600 por Guido Reni para embellecer la basílica, con motivo del jubileo de aquel año. Representa un ángel coronando a santa Cecilia y a su esposo, san Valeriano.
Una de las pinturas que decoran la bóveda de la nave central, realizada por Sebastiano Conca el año 1725. Representa la apoteosis de santa Cecilia, con Jesús y María que la acogen en el cielo.
Pinturas de dos tramos de las bóvedas laterales.
En una de las capillas laterales se encuentra el monumento funerario del cardenal Rampolla, obra de Enrico Quattrini, con un precioso juego de telas y perspectivas realizado en mármol. Representa al cardenal ante la cripta, que él mandó restaurar y ampliar.
Monumento funerario del cardenal Niccolò Forteguerri, del siglo XV.
Tumba del cardenal Magalotti, realizada por Guglielmo della Porta en 1538.
Puerta del pasillo que lleva a la capilla de santa Cecilia mandada realizar por el cardenal Sfondrati en 1599. El interior está lleno de obras de arte.
Capilla de santa Teresita, en la base del campanario, donde se conserva una escalera que desciende a la cripta. Las pinturas son del siglo XIII, el altar del XVIII y la escultura del XX. Santa Teresita visitó este templo en 1887 y escribió cosas preciosas sobre su encuentro con la que, desde ese momento, consideró su hermana y una de sus santas preferidas, a la que también dedicó un sentido poema:
¡Oh santa del Señor, yo contemplo extasiada
el surco luminoso que dejas al pasar;
aún me parece oír tu dulce melodía
y hasta mí llega tu celeste canto.
De mi alma desterrada escucha la plegaria,
déjame que descanse sobre tu dulce corazón,
inmaculado lirio que brilla en las tinieblas de la tierra
con claro resplandor maravilloso y casi sin igual.
¡Préstame, Cecilia, tu dulce melodía!
Quisiera conquistar corazones para Jesús
y, como tú, quisiera sacrificar mi vida,
darle toda mi sangre y el llanto de mis ojos.
¡Oh, mi santa querida, haz que yo vuele a tu lado,
muy pronto y para siempre, muy lejos de la tierra!
La cripta que se encuentra debajo del templo, con columnas de granito y hermosas pinturas y mosaicos.
Gracias, P. Eduardo, por este viaje cultural a la Basílica de santa Cecilia en Roma. Es como si ya hubiera estado ahí.
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