Oremos con estos pensamientos de san Agustín, que nos recuerdan la vocación de todos los seres humanos. Hemos sido creados por amor y para el amor. Solo en el encuentro pleno con el amor de Dios podrá saciarse nuestra sed de plenitud:
y nuestro corazón estará inquieto
hasta que descanse en ti.
¿Quién me dará descansar en ti?,
¿cuándo podrás venir a mi corazón y embriagarme
hasta abrazarme contigo, único bien mío?
Nos hiciste, Señor, para ti
y nuestro corazón estará inquieto
hasta que descanse en ti.
¿Quién eres tú para mí?,
¿y quién soy yo para ti, que me pides amarte?
Dime, por tus misericordias.
Nos hiciste, Señor, para ti
y nuestro corazón estará inquieto
hasta que descanse en ti.
Señor y Dios mío, ¿qué eres para mí?
Di a mi alma: Yo soy tu salvación.
Abre mis oídos y di: Yo soy tu Salvador.
Nos hiciste, Señor, para ti
y nuestro corazón estará inquieto
hasta que descanse en ti.
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