martes, 16 de enero de 2024

Carmelitas descalzas: el trabajo de cada día


En este vídeo, las carmelitas descalzas de varios monasterios de América Central comparten (con palabras y con cantos) cómo viven el trabajo de cada día dentro de su vida contemplativa.

Dicen las hermanas que encuentran al Señor entre los pucheros (en la cocina), en la colada (en la lavandería), en el cuidado de las enfermas y en las demás actividades de cada día. En el vídeo las vemos cocinando, limpiando, cosiendo y bordando, haciendo formas para la eucaristía, preparando dulces, etc.

La Regla del Carmelo pide que nos ganemos el pan de cada día trabajando en paz y silencio, siempre que sea posible: «Debéis hacer algún trabajo, para que el diablo os encuentre siempre ocupados y no suceda que, por vuestra ociosidad, pueda infiltrarse en vuestras almas. Tenéis en esto la enseñanza y el ejemplo del apóstol san Pablo, por cuya boca habla Cristo y que ha sido constituido y dado por Dios como predicador y maestro de las gentes en la fe y en la verdad, si le seguís, no podréis equivocaros. Hemos vivido entre vosotros, dice, trabajando con fatiga noche y día para no ser gravoso a ninguno de vosotros. No porque no tuviéramos derecho a ser mantenidos, sino para daros en nosotros mismos un ejemplo que imitar. Ya estando entre vosotros repetimos con insistencia: si alguno no quiere trabajar, tampoco coma. Porque hemos oído que algunos de vosotros no trabajan y andan inquietos de acá para allá. Advertimos a esos tales y les exhortamos en el Señor Jesucristo a trabajar en sosegado silencio para ganarse el pan. Este camino es santo y bueno: seguidlo. El apóstol recomienda el silencio cuando ordena trabajar callando...»

Santa Teresa de Jesús propone a sus monjas (y a todos los cristianos) que vivan en continuo trato de amistad con Jesús y con las hermanas. No solo cuando están rezando en la capilla, sino en todo momento, también durante el tiempo dedicado al trabajo.

Ella insiste en que todos tenemos que vivir del trabajo de nuestras manos y que, independientemente del cargo que ocupen sus monjas, todas tienen que colaborar en los servicios necesarios para ganarse el sustento y para el mantenimiento de la casa: cocina, limpieza, cultivo de la huerta, atención a la portería... «La tabla de barrer, que empiece por la priora». 

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