martes, 13 de agosto de 2019
La imagen de la Virgen de Guadalupe
La imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, la morenita del Tepeyac, de rostro mestizo, plasmada en la tilma del indio Juan Diego, es una maravillosa síntesis cultural, una obra maestra que presentó la nueva fe de manera tal que pudo ser entendida y aceptada inmediatamente por los pueblos indígenas mexicanos.
La Virgen de Guadalupe se manifestó a san Juan Diego como la Madre del Creador de todos, que ama a todos, indios, españoles y mestizos, con un mismo amor. Con su aparición comenzó un nuevo mundo, la aurora del sexto sol, que esperaban los mexicanos.
Para hablar de la Virgen María, Juan Diego usó el término náhuatl «coatlaxopeuh», que se pronuncia «quatlasupe», por lo que el obispo Juan de Zumárraga y sus acompañantes lo identificaron con el término español «Guadalupe», ya que ellos tenían mucha devoción a la imagen de la Virgen de Guadalupe de España.
En náhuatl, «Coa» significa «serpiente», «tla» equivale al artículo «la», mientras que «xopeuh» significa «aplastar», con lo que «coatlaxopeuh» significa «la que aplasta la (cabeza de la) serpiente».
La tilma es una especie de manto, tejido con fibra de cactus de poca calidad, que se deteriora en menos de 20 años. La trama es tan burda y sencilla, que se puede ver claramente a través de ella. La de Juan Diego se conserva perfecta casi 500 años después y aún desafía toda explicación científica sobre su origen.
El rostro de María es el de una joven mestiza. Una anticipación, pues en aquel momento todavía no había mestizos de esa edad en México. De esa manera, María asume el dolor de miles de niños, los primeros de una nueva raza que estaba surgiendo, rechazados entonces tanto por los indios como por los conquistadores.
La Virgen está de pie y su rostro se inclina delicadamente. El manto azul es la "tilma de turquesa" con que se revestían los grandes señores, e indica la nobleza y la importancia del portador.
Los rayos del sol circundan totalmente a la Guadalupana, que está embarazada de pocos meses, como indican el lazo negro que ajusta su cintura y el ligero abultamiento debajo de este. Sin embargo, la túnica que viste era llevada por las doncellas vírgenes.
Su pie pisa una luna negra (símbolo del mal para los mexicanos de la época). Ella vence sobre la oscuridad, ya que en su seno trae el sol que nace de lo alto, Jesucristo, la verdadera luz del mundo.
En el manto de la Virgen de Guadalupe se encuentra representado con sorprendente fidelidad el cielo del solsticio de invierno de 1531, que tuvo lugar a las 10,40 del martes 12 de diciembre, hora de la ciudad de México. Las constelaciones están representadas tal como se encontraban en el cielo en el momento en que Juan Diego enseñó su tilma al obispo Zumárraga.
En la parte derecha del manto se encuentran las constelaciones del Norte. En el lado izquierdo, las del Sur. El Este se ubica arriba y el Oeste en la porción inferior. Como el manto está abierto, hay otros agrupamientos estelares que no están señalados en la imagen, pero se encuentran presentes en el cielo: así, la Corona Boreal se ubica en la cabeza de la Virgen; Virgo en su pecho, a la altura de las manos; Leo en su vientre, justo sobre el signo del Nahui Ollin, con su principal astro denominado Régulo, el pequeño rey; Géminis, los gemelos, se encuentran a la altura de las rodillas; y Orión, donde está el ángel.
¡Incluso refleja en las retinas de sus ojos lo que tenía frente a ella en 1531! A pesar de lo pequeñas que son, conservan la imagen bastante detallada de trece personales.
El estudio de los pigmentos ha llegado a la conclusión de que no son de procedencia mineral, vegetal ni animal, por lo que su composición sigue siendo un misterio.
La imagen ha sufrido serios atentados y ha salido incólume de ácidos corrosivos y hasta de una bomba de gran tamaño que, en 1921, un desconocido escondió entre unas flores que malvadamente le ofreció. Al explotar la bomba, causó gran destrucción. El crucifijo de metal que estaba cerca de la Virgen quedó retorcido y sin embargo la imagen de la Virgen quedó intacta. El cristal del marco de su imagen no se rompió.
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