lunes, 14 de mayo de 2018
La verdad de Venezuela
Venezuela, un país para llorar. Texto enviado por mis hermanos carmelitas descalzos desde Venezuela. Esta es la situación real en mayo de 2018. La carta es larga, pero les suplico que la lean hasta el final, para que sean conscientes de lo está sucediendo en el país.
Amable lector, disculpa el tono patético de estas líneas. Pero algún hermano del extranjero me ha sugerido que haga el favor de tratar de despertaros. Si quieres saber cuál es la situación de Venezuela te lo puedo decir: hoy Venezuela es un país para llorar.
No se puede estar neutro ante esta realidad tan fuerte. Hemos llorado de impotencia e indignación, de compasión y dolor; pero también hemos llorado de alegría y admiración ante tantos gestos de humanidad y solidaridad inimaginables. Hemos sufrido con el dolor incalculable de los padres ante la muerte injustificable de su joven hijo, en manos de hombres absurdos, movidos por razones más absurdas que ellos. Pero hemos llorado también de alegría, cuando una ventana de esperanza se abría para alguien que ya no veía camino en este marasmo de pobreza y desolación que vive el país. Manos criminales vs manos amigas se debaten día a día en esta orilla donde el carisma carmelitano toca tierra.
Nuestro país vive, una profunda noche político – social, pero sobre todo moral y espiritual. Tanta gente que ha naufragado en las corrientes tormentosas de décadas de desigualdad e injusticia, junto con un estado fallido e ideológicamente desorientado, han terminado en una situación de anarquía voraz: delincuentes que te dicen que son “buenos” mientras te secuestran; monstruos sociales que creen que hacen lo correcto cuando torturan a personas indefensas; violencia entendida como justicia; prostitución, corrupción y narcotráfico ejercidos como forma de sustento digno, etc…
El dios dinero pidiendo todo tipo de sacrificios humanos, porque aquí el ser humano vale menos que unos números en una cuenta. Y tras los bastidores del teatro burlesco del cinismo, sufre oculto un resto de Israel, con ansias en amores inflamadas (de libertad, de verdad, de justicia, de reconciliación), pueblo sufriente que se mantiene fiel a Dios, sometido a profundas tentaciones, y amenazado de la desesperanza más atroz ante la indolencia de los poderosos de turno.
Todavía estamos en el capítulo de las almas que están siendo cristificadas-crucificadas a través de esta noche colectiva del país. Noche de nihilismo criminal o delincuencial, como prefieras llamarlo. Noches oscuras en personas que ni si quiera saben que están caminando a la unión con Dios, noches anónimas.
Junto con este pueblo esperamos el capítulo en que podamos decir: “¡Oh noche amable más que la alborada!”. En lo que va de noche, la fe es la única luz sólida y la Iglesia resplandece como signo de esperanza firme, la esperanza en Dios crece conforme se evidencia el fracaso de todo lo demás, la caridad es la que más progresa porque es el ejercicio concreto que reclama la realidad cada día.
La situación en el país es muy seria a nivel humanitario. El país con las reservas petroleras más grandes del mundo, no tiene ni para atender las más pequeñas dignidades que cualquier persona se merece. Con el sueldo mínimo regular el venezolano solo puede comprar 1,41 cartones de huevos al mes. Increíble, pero cierto.
Lo demás es la realidad que significan estos números: deserción masiva de profesores y alumnos, de empleados de centros asistenciales y oficinas públicas, etc... y de cualquier actividad económica que signifique depender de un sueldo regular.
Delincuencia organizada, paramilitarismo y delincuencia común desbordada. Corrupción a todos los niveles. Migración desbordada: el promedio de la migración mundial es de 3%, en Venezuela llega al 13%. Solo en el primer trimestre de 2018, ha emigrado más gente a Colombia, que en todo el 2017. Van de paso con destino al sur, sobre todo a Perú y Ecuador. Y tras esta nueva peregrinación del hambre como la de la mamá de san Juan de la Cruz con sus hijos, quedan las familias desmembradas, las comunidades eclesiales desestabilizadas y la identidad existencial y cultural cercenada, a veces de la noche a la mañana.
La mayoría de las familias que conocemos dependen de las remesas que les están mandando sus familiares desde el exterior. Se están yendo del país, sobre todo los jóvenes, y los que tienen niños e hijos jóvenes. Es un problema de conciencia serio, irse de Venezuela por la seguridad de sus hijos, o por la posibilidad de un mínimo acceso a la salud. No ven futuro aquí.
La anarquía es profunda. Un ejemplo insólito: Una persona tenía un arma y la usó en defensa personal. Solo hirió al maleante. Llama a la policía. El policía le recomendó que asesinara al delincuente y desapareciera el cuerpo, porque si lo entregaba era seguro que el delincuente saliera libre pagando dinero, y después buscaría a la familia para vengarse. El policía decía que esto estaba pasando mucho.
Por estos días Venezuela está llena de historias dantescas inimaginables. Ahora los límites del país no están en las fronteras geográficas, están en los hospitales donde es fácil contaminarse de una bacteria resistente por la falta de antibióticos; donde es fácil morir por la falta de insumos; y donde el personal tiene que hacer milagros día a día como en las mejores páginas del evangelio.
El otro límite del país son las cárceles: auténticos infiernos en la tierra, donde una persona para comer tiene que pagar, si no solo puede tener acceso a sopa de conchas de verduras. Y donde las personas pueden pasar años, en celdas malolientes y calurosas, atiborradas de presos, antes que inicie el juicio aunque sea inocente.
Los límites de Venezuela llegan hasta los espacios controlados por las bandas criminales donde impera la ley de los clanes y los grandes capos de la delincuencia organizada, que siguen llenando de víctimas inocentes las familias venezolanas.
Los límites de Venezuela llegan hasta las calles y los basureros, que se han convertido en el gran comedor de los hijos de la Patria más pobres, que tienen que escarbar entre la basura para buscar unos desechos, que algún alma caritativa puso en una bolsa aparte porque estaban en mejores condiciones que los demás.
Los límites de Venezuela llegan hasta el abismo de la frontera con Brasil y Colombia, donde la gente llega con su desesperación y se lanza al vacío de un futuro incierto, en forma de viaje. Un viaje en bus de varios días. Un auténtico rito iniciático. Un viaje lleno de miles de esperanzas, pero expuesto a toda suerte de peligros. Desde los paramilitares y narco guerrillas, que van haciendo nuevas mafias de trata de personas, pasando por la explotación laboral o sexual, hasta el otro extremo, el encuentro con almas solidarias que están escribiendo una gran lira sobre la solidaridad internacional, al mejor estilo de los poemas místicos de San Juan de la Cruz, sólo que en vez de poemas escriben oportunidades de vida digna.
¿Cómo afecta esto a los carmelitas?
Gracias a Dios, para ser hermanos y orar, y para servir al Reino de Dios no se necesita mucho. Solo que el tiempo no alcanza y los esfuerzos se multiplican porque por estos lados casi todo es bastante más trabajoso. Pero esto es igual o mayor en tantos conventos de la Orden. Tal vez lo que cambia es la profunda sensación de gratitud con Dios por estar en una situación donde de verdad e inequívocamente estás para servir a Dios y a los hermanos, pero esto es lo propio de cada comunidad carmelitana en el mundo.
- En la frontera hay que hacer entre 3 a 5 horas de fila para llenar el tanque de gasolina. El contrabando de extracción genera grandes mafias que afectan considerablemente la vida del ciudadano común. El gas para cocinar tiene meses que no llega. Nosotros hemos estado usando leña en un fogón para cocinar y poder rendir el gas. En casi todo el país hay cortes de luz de 3 a 4 horas. En Maracaibo, nuestras monjas descalzas tienen que soportar hasta 18 horas de corte de luz. En esa ciudad la temperatura llega a los 42° - 50° C. Evidentemente dependen de la electricidad para los ventiladores y aires acondicionados. Estos cortes de luz puede llegar a ser bastante exigente.
- Medicamentos: La situación de desabastecimiento es grave y generalizada. Periódicamente recibimos ayudas y compramos medicamentos. Nuestras listas van en aumento y no se ve momento de parar. Durante estos últimos años, todos los miembros de la Casa General que han venido al país han tenido que traer medicamentos inevitablemente. Los hermanos de Colombia, Brasil, Panamá y República Dominicana nos han ayudado mucho a este nivel y otros niveles, especialmente a través de Cúcuta. Un reconocimiento especial a la comunidad del Cites en Ávila que ha hecho importantes contribuciones en esta área y en muchas otras en favor de nuestra realidad. Aun con todas esas ayudas, el año pasado los gastos de medicamentos fueron considerables. Hemos asistido directamente a más de 50 personas con 63 tipos de medicamentos. Desde los simples analgésicos, los difíciles Antibióticos, hasta los imposibles psicotrópicos, y medicamentos oncológicos y otros medicamentos difíciles de conseguir y muy costosos.
Lamentablemente cada vez llegan más casos de medicamentos especializados dónde los pacientes no tienen opciones para adquirirlos y nosotros no tenemos más opción que buscar cómo ayudar. No hay mérito es sólo sentido común, o ayudas o te haces el indolente. Son muchísimas las personas particulares e instituciones que tienen que organizarse para hacer las veces de canal humanitario improvisado, porque no hay medios oficiales. Y en los medios oficiales llegan pocos recursos, y en no pocas oportunidades lamentablemente son desviados a un mercado ilícito por mafias corruptas.
- Alimentos. La carencia de alimentos se da sobre todo en alimentos industrializados. Y sobre todo, porque se consigue a precios exorbitantes, o revendido varias veces en el mercado informal que se le conoce como “bachaqueo”. Como los bachacos nubes de gente compra los productos a precio regulado, que salen en cantidades limitadas, y luego los revenden a precios de hasta el 1000%. Para enfrentar esto en nuestra Parroquia de Caracas hay un programa de Ollas comunitarias que da un plato de comida semanal a unas 623 personas, y va en aumento de semana en semana. Hace un año atrás se atendían a 150 personas. En Mérida, en un barrio pobre llamado el Salado, nuestros hermanos del Carmelo Seglar atienden a 40 personas con un plato de comida semanal, y de manera especial se atiende 16 personas en cama que hay que llevarles el plato de comida hasta sus casas. ¿Pero de qué sirve un plato de comida a la semana? Querido hermano este plato de comida es por lo general la única proteína que comen durante la semana. También en nuestra Parroquia de Caracas está el programa SAMAN, es un programa de alerta temprana de casos de desnutrición que atiende a 25 niños. La situación es cada vez más alarmante y sistémica. En las últimas mediciones en Colegios vecinos: de 35 niños, 32 estaban fuera de rango. La terapia de los niños consiste en proporcionar a las madres un complemento nutricional para el hijo con problemas. Pero por la situación de hambre la madre termina repartiendo el complemento entre los demás hijos. Nunca será suficiente nuestro gran agradecimiento por todos los que hacen posible estos programas.
- Respecto a la familia carmelitana. Realmente ninguna de las comunidades está en condiciones de auto sustentarse por sus medios. Los subsidios del exterior son los que nos han permitido sortear la crisis y ayudar a tantos más. En estos días la Providencia nos ha mostrado su presencia de formas tan impresionantes que uno no puede menos que admirarse ante la sabiduría de Dios, que sabe lo que se necesita, y cuando se necesita. Más de una vez las despensas se agotan, y las cuentas se vacían, los medicamentos se acaban y el transporte se limita, y sin haberlo programado llegan ayudas tan precisas que uno no se deja de maravillar. Una preocupación grande, es que también los familiares de los miembros de la Orden se ven en grandes dificultades económicas, muchos son pensionados y las pensiones son una miseria. Y en la parte de medicamentos y atención médica se viven las mismas penurias que todo el país. Un reconocimiento especial a la provincia de Croacia que está impulsando con la comunidad de Buško jezero una ayuda concreta para los monasterios de nuestra Carmelitas Descalzas. Dios se lo pague de corazón.
- Otro problema es que la mayoría de comunidades seglares y religiosas se están quedando paralizadas por falta de transporte, los vehículos se dañan y no alcanzan los recursos para reparaciones, o no hay repuestos, o los mecánicos están limitándose a reparaciones sencillas porque saben que las otras resultan imposibles. El transporte público no es tan fluido porque muchas unidades están paradas por falta de repuestos. También es notorio que mucha gente no tiene como cubrir los gastos de transporte, sobre todo de rutas interurbanas. Esto afecta de una u otra forma las iniciativas pastorales, la pastoral vocacional, los encuentros nacionales, las asambleas generales, etc... En el Táchira esto se complica más cuando tienes que gastar 5 horas para echar gasolina. Aun con todo seguimos reuniéndonos y promoviendo todo tipo de iniciativas pastorales.
- También es un hecho que nuestras comunidades seglares han estado cambiando su fisonomía. Producto de la crisis del país muchos han tenido que migrar: Se han ido fundadores, maestros, líderes clave, etc… Esto nos está exigiendo acompañar el relevo de liderazgos obligados por la situación. También la crisis nos está obligando a un diálogo más sincero sobre la situación real de los hermanos. Es fácil vivir bajo una máscara de normalidad cuando no hay crisis, pero la crisis te obliga a conocer y estar pendiente de las necesidades reales de tu hermano. Jamás te imaginaste que un hermano de una comunidad seglar pudiera estar pasando hambre y esta crisis nos interpela día a día.
- Otro tema que estamos enfrentando es la ayuda o subsidio a migrantes que salen del país sin nada. Es tal vez uno de los temas más dolorosos. Los diversos provinciales de América Latina han hecho tanto que no sabríamos como encarecer este testimonio: Un reconocimiento especial a los provinciales de Colombia, Perú, Chile, y Argentina, cuanto les agradecemos todo lo que han hecho, y tanto esfuerzo en favor de los migrantes. Sobre todo Colombia que es la que han recibido el mayor peso. También un agradecimiento especial a la Provincia Ibérica por todo el apoyo consecuente y sostenido a nuestra realidad. Dios los bendiga de todo corazón.
- La situación de hambre y de anarquía ha creado una ola de bandas delincuenciales de todos los niveles y colores. Una cosa que nos ha tocado es aumentar las precauciones, confiarnos en las manos de Dios, y ayudar a diversas personas para superar los traumas que han causado los desagradables eventos de la delincuencia, y en algunos casos reponer pertenencias importantes cuando se ha visto necesario. También es doloroso acompañar la confesión de personas realmente honestas que les ha tocado hurtar por hambre, y que sabes que sin esta situación nunca hubiesen hecho algo como eso. Da mucha compasión por ellos, e indignación por quienes han dejado que el país llegue a esta situación.
Estas son varias de las realidades que hemos estado afrontando en medio de esta historia que parece no tener fin. Hay tantas cosas importantes que mencionar que no alcanza un artículo para mostrar todo lo que está pasando por estos lados. Pero la Palabra de Dios dice: “Dónde sobre abundó el pecado, sobreabundó la gracia”. Y esto es lo que estamos atestiguando en vivo cada día. Gracia tras gracia del resucitado vivo y actuante de tantas maneras en la comunidad eclesial, en los hermanos, en los acontecimientos. Y la presencia poderosa y amorosa de nuestra Santísima Madre la Virgen y de nuestro padre San José, que no nos quitan ni un instante su providencial mirada.
Un agradecimiento especial a todos los provinciales y los monasterios de nuestras queridas monjas que han mostrado su solidaridad con nuestro país desde el primer momento de esta crisis, y especialmente cuando el P General pidió la ayuda de la Orden para Venezuela. Me gustaría hacer la lista, y un recuento de tantos milagros que han acontecido gracias a vosotros, tengo una gran lista de nombres y rostros concretos a quienes le expreso mi más profundo aprecio y respeto, pero se me escapan otros que me daría pena no nombrarlos, a todos de corazón un inmenso Dios se los pague, y Dios recompense su grande generosidad. Y de manera especial a la Casa General que con su acompañamiento y cercanía en todos estos años ha sido un apoyo insustituible. Aun con todo Venezuela os espera, si queréis visitarnos y apoyarnos en persona, aunque sea con un breve paso, os lo agradecemos de corazón: Gracias a Fr Francisco Javier Mena, Fr. Alzinir Debastiani, Fr. Eduardo Sanz de Miguel, Mons. Fr. Oswaldo Escobar, Fr. Francisco Javier Sancho que desde 2014 han visitado y acompañado nuestra realidad. No sabría cómo explicarlo, pero el poder recibir la visita de los hermanos nos alienta tanto la esperanza que es un gran servicio para lo que estamos viviendo como país. Un agradecimiento especial a las hermanas y hermanos que me han insistido para escribir este artículo. Por favor no dejen de tenernos en sus oraciones.
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