domingo, 17 de abril de 2022

Laudes para la Octava de Pascua


Oración de la mañana para rezar durante los días de la Octava de Pascua unidos a la Iglesia universal, que se alegra en la resurrección de nuestro Señor Jesucristo.

Señor, ábreme los labios. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Antífona invitatorio: Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.

Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores.

- Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.

Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.

- Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.

Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre.

- Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.

El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.

- Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, 
por los siglos de los siglos. Amén.

- Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.

HIMNO

Ofrezcan los cristianos ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima propicia de la Pascua.

Cordero sin pecado que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables unió con nueva alianza.

Lucharon vida y muerte en singular batalla,
y, muerto el que es la Vida, triunfante se levanta.

¿Qué has visto de camino, María, en la mañana?
A mi Señor glorioso, la tumba abandonada.

Los ángeles testigos, sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras mi amor y mi esperanza!

Venid a Galilea, allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos la gloria de la Pascua.

Primicia de los muertos, sabemos por tu gracia
que estás resucitado; la muerte en ti no manda.

Rey vencedor, apiádate de la miseria humana
y da a tus fieles parte en tu victoria santa. Amén. 

SALMODIA

Antífona 1: Cristo ha resucitado y con su claridad ilumina al pueblo rescatado con su sangre. Aleluya.
 
Salmo 62. El alma sedienta de Dios
 
Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, 
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti, 
como tierra reseca, agostada, sin agua.
 
¡Cómo te contemplaba en el santuario 
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida, 
te alabarán mis labios.
 
Toda mi vida te bendeciré 
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca, 
y mis labios te alabarán jubilosos.
 
En el lecho me acuerdo de ti 
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio, 
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti, 
y tu diestra me sostiene.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, 
por los siglos de los siglos. Amén.
 
Antífona 1: Cristo ha resucitado y con su claridad ilumina al pueblo rescatado con su sangre. Aleluya.

Antífona 2: Ha resucitado del sepulcro nuestro redentor; cantemos un himno al Señor, nuestro Dios. Aleluya.

Cántico: Dan 3,57-88. Toda la creación alabe al Señor

Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor, 
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor; 
cielos, bendecid al Señor.
 
Aguas del espacio, bendecid al Señor; 
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor; 
astros del cielo, bendecid al Señor.
 
Lluvia y rocío, bendecid al Señor; 
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor; 
fríos y heladas, bendecid al Señor.
 
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor; 
témpanos y hielos, bendecid al Señor.  
Escarchas y nieves, bendecid al Señor; 
noche y día, bendecid al Señor.
 
Luz y tinieblas, bendecid al Señor; 
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor, 
ensálcelo con himnos por los siglos.
 
Montes y cumbres, bendecid al Señor; 
cuanto germina en la tierra bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor; 
mares y ríos, bendecid al Señor.
 
Cetáceos y peces, bendecid al Señor; 
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor, 
ensalzadlo con himnos por los siglos.
 
Hijos de los hombres, bendecid al Señor; 
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor; 
siervos del Señor, bendecid al Señor.
 
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor; 
santos y humildes, de corazón bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor, 
ensalzadlo con himnos por los siglos.
 
Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo, 
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo, 
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
 
Antífona 2: Ha resucitado del sepulcro nuestro redentor; cantemos un himno al Señor, nuestro Dios. Aleluya.
 
Antífona 3: Aleluya. Ha resucitado el Señor, tal como lo había anunciado. Aleluya.

Salmo 149. Alegría de los santos

Cantad al Señor un cántico nuevo, 
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador, 
los hijos de Sión por su Rey.
 
Alabad su nombre con danzas, 
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo 
y adorna con la victoria a los humildes.
 
Que los fieles festejen su gloria 
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca 
y espadas de dos filos en las manos.
 
Para tomar venganza de los pueblos 
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas, 
a los nobles con esposas de hierro.
 
Ejecutar la sentencia dictada 
es un honor para todos sus fieles.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, 
por los siglos de los siglos. Amén.
 
Antífona 3: Aleluya. Ha resucitado el Señor, tal como lo había anunciado. Aleluya.
 
LECTURA BREVE (Hch 10,40-43)
 
Dios resucitó a Jesús al tercer día y nos lo hizo ver, no a todo el pueblo, sino a los testigos que él había designado; a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de su resurrección. Nos encargó predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha nombrado juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unánime: que los que creen en él reciben, por su nombre, el perdón de los pecados. 
 
RESPONSORIO BREVE

Este es el día en que actuó el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Aleluya.

BENEDICTUS

Antífona: Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más. Aleluya.

Lc 1, 68-79. Cántico de Zacarías: El mesías y su precursor

Bendito sea el Señor, Dios de Israel, 
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación 
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo 
por boca de sus santos profetas.
 
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos 
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza 
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
 
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia, 
en su presencia, todos nuestros días.
 
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación, 
el perdón de sus pecados.
 
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios 
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas 
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, 
por los siglos de los siglos. Amén.
 
Antífona: Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más. Aleluya.
 
PRECES

Oremos a Cristo, autor de la vida, a quien Dios resucitó de entre los muertos, que por su poder nos resucitará también a nosotros, y digámosle:
— Cristo, vida nuestra, sálvanos.
 
Cristo, luz esplendorosa que brillas en las tinieblas, rey de la vida y salvador de los que han muerto,
— concédenos vivir hoy en tu alabanza.
 
Señor Jesús, que anduviste los caminos de la pasión y de la cruz,
— concédenos que, unidos a ti en el dolor y en la muerte, resucitemos también contigo.
 
Hijo del Padre, maestro y hermano nuestro, tú que has hecho de nosotros un pueblo de reyes y sacerdotes,
— enséñanos a ofrecer con alegría nuestro sacrificio de alabanza.
 
Rey de la gloria, esperamos anhelantes el día de tu manifestación gloriosa,
— para poder contemplar tu rostro y ser semejantes a ti.

Que tu Madre, Señor, interceda por nosotros,
— para que podamos vivir cada día más unidos a ti.
 
Digamos ahora, todos juntos, la oración que nos enseñó el mismo Señor: 
— Padre nuestro…

ORACIÓN

Padre santo, que nos has abierto las puertas de la vida por medio de tu Hijo, vencedor de la muerte, concede a los que celebramos la resurrección de Jesucristo, ser renovados por tu Espíritu, para resucitar en el reino de la luz y de la vida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. Amén.

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