viernes, 12 de abril de 2024

El Antiguo Testamento nos ayuda a comprender el misterio de Cristo


En el evangelio del tercer domingo de Pascua (ciclo "b") se recogen estas palabras de Jesús resucitado: «Esto es lo que os dije mientras estaba con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo escrito en la ley de Moisés y en los Profetas y Salmos acerca de mí» (Lc 24,44).

Entonces no había una palabra para nombrar la colección de libros que hoy conocemos como "Biblia", por eso cita las colecciones como se decían entonces: la ley de Moisés (el Pentateuco), los Profetas (que incluían los libros proféticos y los históricos) y los Salmos (también llamados "los otros escritos", que recogían los libros poéticos y sapienciales).

Jesús ayudó a sus discípulos a comprender su vida, su muerte y su resurrección a la luz de los escritos bíblicos. Eso es lo que hicieron después los primeros cristianos: interpretaron lo que sucedió a Jesús a la luz de las Escrituras.

Cuando san Pablo afirma que Jesús murió y resucitó «según las Escrituras», dice que lo hizo cumpliendo un proyecto de Dios que se recoge en los libros del Antiguo Testamento. Esta es la fe de la Iglesia, que se ha recogido en el credo.

Toda la vida de Jesús fue una continua obediencia a la voluntad del Padre, manifestada en las Escrituras. Él nos pide que cada día oremos al Padre diciendo: «Hágase tu voluntad». Para conocerla, hemos de amar la Biblia, leerla, escucharla, conservarla en el corazón, orarla.

Si la desconocemos no podemos interpretar correctamente los signos de los tiempos, juzgaremos solo con criterios humanos.

San Lucas recuerda que Jesús había dicho: «Poned atención a cómo escucháis» (8,18) y también «Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios» (8,21).

Sigamos creciendo en el conocimiento de la Biblia, para comprender mejor el misterio de Cristo.

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