miércoles, 7 de marzo de 2018
Defensa de la dignidad femenina en santa Teresa de Jesús
El 8 de marzo se celebra una jornada reivindicativa de los derechos de las mujeres. Quizás nadie como santa Teresa de Ávila haya tratado este argumento, al que he dedicado muchas entradas. Aquí les enlazo con trece:
- Teresa de Jesús, mujer consciente y reivindicativa. Adelantándose a los tiempos, Teresa reivindicó con fuerza la posibilidad de que las mujeres pudieran formarse y decidir por sí mismas, sin estar sometidas a la tutela de los varones. Esto le causó muchas dificultades, a las que ella hizo frente con decisión.
- Teresa de Jesús, mujer "barbada". A pesar de los prejuicios antifeministas de su época, la vida y los escritos de Teresa son una defensa a ultranza del derecho de la mujer a pensar por sí misma y a tomar decisiones: no quiere que nadie se entrometa en la vida cotidiana de sus monjas. Hubo de realizar muchos esfuerzos para que ellas pudieran autogestionarse, para que tuvieran libertad de elegir confesores y consejeros y no estuvieran sometidas en todo a los varones; algo inconcebible en su época.
- Las mujeres silenciadas. Santa Teresa es increíble, porque era muy inteligente, muy sensible, muy apasionada. [...] Santa Teresa pone palabras a su experiencia mística, tan difícil de entender, y a la que ella va llegando poco a poco, hasta explicar de un modo impresionante en Las moradas, de qué manera llega al momento de la unión.
- Teresa de Jesús, una mujer libre y audaz. Su vida marcó toda una época, porque, sobrevivió en un mundo dominado por los hombres, y defendió el derecho de las mujeres a desarrollar su propia personalidad; con su inquebrantable voluntad y su empeño convenció a sus mejores contemporáneos: fray Luis de León, san Juan de la Cruz, san Francisco de Borja, fray Juan de Ávila, el padre y profesor Domingo Báñez, el inquisidor Quiroga, y su influencia llegaría hasta el mismo Felipe II.
- “Miro como desde lo alto”: Teresa de Jesús y la libertad. Frente a la Iglesia y sociedad que margina a la mujer, el mejor testigo que nos ha llegado es la anécdota del nuncio Felipe Sega, obispo de Piacenza, quien calificó a la madre Teresa de "fémina inquieta, andariega, desobediente y contumaz, que a título de devoción inventa malas doctrinas…, que anda enseñando, en contra de lo que mandó san Pablo…" La respuesta de Teresa a tan maliciosas palabras la tenemos en un principio hermenéutico proléptico, escrito siete años antes, en 1571, y que Dios, en su misteriosa presciencia, se lo había susurrado a Teresa al oído en respuesta anticipada a las palabras del nuncio (¡qué mejor argumento apologético que una audición divina!): "Diles que no se sigan por sola una parte de la Escritura, que miren otras, y que si podrán por ventura atarme las manos" (CC 16).
- El espacio de las mujeres como tiempo de Dios. Rompió el techo de cristal de las mujeres en su tiempo. Defiende la necesidad y el derecho de las mujeres a una vida interior de altura. Lucha contra las normas que la han constreñido, así como contra los “ideales de mujer” con los que la han definido: “No quiero bobaliconas” –decía. Rompe con la identidad que se le ha dado de fuera. Hace una lectura crítica de la razón imperante; y bien que se lo recordaban: “fémina contumaz inquieta y andariega”...
- Il linguaggio strategico di santa Teresa d’Avila. Ciò che di primo acchito può sembrare il risultato di una mancanza di stile e di rigore intellettuale, è il frutto di una strategia comunicativa elaborata da una donna di profonda spiritualità del XVI secolo, che ha la sfortuna di nascere all’interno di una società maschilista, oppressiva e sacralizzata, che mal vede le donne, soprattutto quelle che leggono, pensano e pregano...
- Teresa de Jesús, mística y transgresora. Teresa transgrede sin temor las leyes que su tiempo le imponen por su condición de mujer. Incumple la prohibición, impuesta a las mujeres, de leer las Escrituras Sagradas. Desoye la obligación, impuesta a las mujeres, de rezar únicamente en voz alta y defiende la oración interior. Bebe, a través de Francisco de Osuna (Tercer abecedario espiritual), de la teología mística oriental. Traspasa los límites de lo social y políticamente aceptable dirigiéndose en miles de cartas a potenciales benefactores, a la nobleza, al mismo Rey Felipe II, en cuya casa natal, el Palacio de Pimentel de Valladolid, se inaugura este proyecto. Osa referirse a los relatos evangélicos, a las amistades de Jesús, para reivindicar el papel de la mujer, pues ve "los tiempos de manera que no es razón desechar ánimos virtuosos y fuertes, aunque sean de mujeres" (CE 4, 1). Es uno de los muchos ejemplos de feminismo teresiano. La crítica a las posiciones oficiales de la iglesia y de la sociedad respecto a la función de la mujer es feroz, así como a la actitud misógina de los "jueces" (los inquisidores).
- La voz infatigable. No podía sobrepasar ciertos límites, ni por la mirada de la Inquisición, que le pisó los talones durante años, ni por su propio contexto, en el que la misoginia generalizada consideraba a las mujeres superfluas. Pero, cuando le convenía era capaz de saltar por encima de toda frontera. Teresa se empeñó en fundar un movimiento de mujeres pobres, independientes y asesoradas por los intelectuales de mayor nivel posible. Reivindicó una visión particular, intimísima, de Dios y de la manera de manifestar su amor por Él; y eso en tiempos en los que osadías menores se castigaban con la hoguera...
- Mística cotidiana. "Fémina inquieta, andariega, desobediente y contumaz que a título de devoción inventa malas doctrinas, andando fuera de la clausura, contra el orden del Concilio Tridentino, y prelados, enseñando como maestra, contra lo que san Pablo enseñó, mandando que las mujeres no enseñasen". Viniendo de un nuncio, no era ninguna tontería y Teresa se preocupó de sacar a luz la verdad: que no era desobediente ni andaba engañando. Más que por ella misma, por la causa, pues si andaba por los caminos fundando, si escribía, si enseñaba, era por sentir que era de Dios y no suya. Y por eso importaba aclarar la verdad: para que la obra de Dios no se perdiese. A la vista de la actividad de Teresa, no resultan tan extrañas las palabras de Felipe Sega. De modo que, si no se saca a Teresa ni al nuncio de su contexto, ella se hace más grande y cercana. Podremos entrever, además, que aún hoy perdura algo de aquella visión misógina y reductora, y que la mística es más posible y fecunda de lo que solemos pensar...
- El feminismo de santa Teresa de Jesús. Hay imágenes que nos hieren, porque nos hacen tomar conciencia de la condena que ser mujer significa en algunas regiones del planeta: por ejemplo, las mujeres afganas totalmente cubiertas por los burkas, pero aún más las escenas de niñas sometidas a mutilación genital en el norte de África y de mujeres lapidadas por adúlteras en diversos países de Oriente Medio. Si nosotros hemos llegado a comprender que estas cosas no son normales, a pesar de que sean habituales en muchos sitios, es gracias a la reflexión que muchas mujeres han realizado y a su lucha para conseguir una igualdad de oportunidades con los varones, que la sociedad les negaba...
- Las mujeres y la escritura. La escritura es, desde muy antiguo, un acto de resistencia y una opción. También una manera de incorporarse a la historia, sobre todo cuando la historia parece negar un lugar propio. Por eso, escribir desde la condición de mujer, género excluido de los campos de poder e incluso de acción, hace más significativo el hecho y más relevante la resistencia. Lo mismo que hacerlo desde la condición de una raza que es objeto de exclusión y rechazo. Una larga cadena de mujeres, que llega hasta nuestros días, ha escrito y escribe. Escribir desde el margen convierte la palabra en reivindicación, hace política. El margen femenino sigue siendo una orilla desde la que la palabra adquiere una resonancia singular. Entre los eslabones de la cadena que mantiene la palabra, Teresa de Jesús es uno profundamente luminoso...
- Santa Teresa de Jesús, escritora. Para comprender lo que significa que santa Teresa de Jesús es escritora y doctora de la Iglesia, el lector puede intentar hacer un listado de mujeres escritoras anteriores al s. XIX. Cuando se dé cuenta del escaso número que consigue recordar, podrá comprender la singularidad de Teresa, de la que se conservan (cosa única también para los escritores varones de su época) miles de folios autógrafos. Ella fue la primera mujer de la historia distinguida con el título de Doctora de la Iglesia, después de un larguísimo proceso, prolongado durante siglos, porque en Roma siempre respondían con la objeción: Obstat sexus («lo impide el sexo»)...
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