viernes, 10 de mayo de 2024

San Juan de Ávila y santa Teresa de Jesús


El 10 de mayo se celebra la fiesta de san Juan de Ávila (1500-1569), doctor de la Iglesia y patrón del clero secular español. Fue un prolífico escritor que nos ha dejado numerosos sermones, comentarios bíblicos, memoriales para el concilio de Trento y tratados espirituales, entre los que destaca el "Audi filia", que trata de lo siguiente: "Avisos y reglas cristianas para los que desean servir a Dios, aprovechando en el camino espiritual. Compuestas por el maestro Ávila sobre aquel verso de David: Escucha, hija, inclina el oído". 

Pueden consultar el libro en este enlace:
Se conservan dos cartas que el santo dirigió a santa Teresa de Jesús, aprobando su espíritu, dando el visto bueno al "libro de la Vida" y animándola.

En la primera, anima a santa Teresa a seguir fundando conventos, y le dice: "Sea en buena hora la venida a estas tierras, pues confío de nuestro Señor que ha de ser para que él reciba mayor servicio de esa peregrinación que del encerramiento en la celda; que, cierto, señora, la necesidad que en las ánimas hay es tanta, que hace a los que un poco de conocimiento tienen del valor de ellas, apartarse de los abrazos continuos del Señor por ganarle ánimas donde repose, pues tanto trabajó por ellas. [...] Jesucristo sea amor único de vuestra merced; que, por cumplir de estado de esposa fiel, esto le debe. No le suplico ruegue por mí, pues el mismo Señor le pone cuidado de ello" (2 de abril de 1568).

En la segunda aprueba el "libro de la Vida", aunque opina que el libro no está “para salir a manos de muchos”. Comienza así: "La gracia y paz de Jesucristo nuestro Señor sea con vuestra merced siempre. Cuando acepté el leer el libro que se me envió, no fue tanto por pensar que podría yo, con el favor de nuestro Señor, aprovecharme algo con la doctrina de él; y gracias a Cristo, que, aunque lo he leído no con el reposo que era menester, mas heme consolado, y podría sacar edificación, si por mí no queda. Y aunque, cierto, yo me consolara con esta parte, sin tocar en lo demás, no me parece que el respeto que debo al negocio y a quien me lo encomienda me da licencia para dejar de decir algo de lo que siento, a lo menos en general" (12 de septiembre de 1568).

Esta misiva alegró mucho a santa Teresa, que escribió a una amiga: "El maestro Ávila me escribe largo, y le contenta todo; solo dice que es menester declarar más unas cosas y mudar los vocablos de otras, que esto es fácil" (2 de noviembre de 1568).

Refiriéndose a los que desconfiaban de las gracias místicas de santa Teresa, san Juan de Ávila dice: "Ni tienen razón los que por solo esto descreen estas cosas, porque son muy altas, y parece cosa no creíble abajarse una Majestad infinita a comunicación tan amorosa, con su criatura: Escrito está que Dios es amor y si amor, es amor infinito y bondad infinita, y de tal amor y bondad no hay que maravillar que haga tales excesos de amor que turben a los que no le conocen. Y aunque muchos le conozcan por fe, mas la experiencia particular del amoroso y más que amoroso trato de Dios con el que quiere, si no se tiene, no se podrá bien entender el punto donde llega esta comunicación, y así he visto a muchos escandalizados de oír las hazañas del amor de Dios con sus criaturas; y como ellos están de aquello muy lejos, no piensan hacer Dios con otros lo que con ellos no hace. Y siendo razón que, por ser la obra de amor, y amor que pone en admiración, se tomase por señal que es de Dios, pues es maravilloso en sus obras, y muy más en las de su misericordia, de allí mismo sacan ocasión de decrecer, concurriendo las otras circunstancias que den testimonio de ser cosa buena".

Más tarde, santa Teresa repetirá las mismas ideas: "Es posible en este destierro comunicarse un tan gran Dios con unos gusanos tan llenos de mal olor; y amar una bondad tan buena y una misericordia tan sin tasa. […] Yo sé que quien esto no creyere no lo verá por experiencia, porque es muy amigo de que no pongan tasa a sus obras" (primeras Moradas 1, 3 y 5).

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