lunes, 22 de mayo de 2017
Mensaje del "anciano" Juan
San Ireneo de Lyon fue discípulo de san Policarpo en la ciudad de Esmirna. En sus obras afirma que todo lo que sabe sobre Jesús lo aprendió de su maestro quien, a su vez, lo aprendió del «anciano», que fue testigo ocular de todo lo que Jesús hizo y enseñó. Así llamaban los primeros cristianos al apóstol san Juan: «el anciano».
San Jerónimo dejó escrito que, cuando el evangelista Juan era muy mayor y ya no podía caminar, los cristianos de Éfeso acudían a su casa para escuchar su predicación, que siempre comenzaba de la misma manera: «Hijitos míos, amaos los unos a los otros». Cuando le preguntaban por qué repetía siempre lo mismo, respondía: «Porque ese es el mandamiento que nos dio el Señor cuando se despidió de nosotros, y yo me quiero despedir de vosotros recordándoos las mismas enseñanzas que mi Maestro».
San Epifanio, por su parte, también da testimonio de la extraordinaria dulzura del «anciano», que fue para todos la memoria viva de las enseñanzas de Jesús hasta el final de su vida.
En su evangelio y en sus cartas nos invita a amarnos unos a otros porque «Dios es amor» (1Jn 4,8) y nos ha amado sin medida. El resumen de su enseñanza puede ser este: «Amigos míos, si Dios nos ha amado tanto, es deber nuestro amarnos unos a otros. […] Si nos amamos mutuamente, Dios está con nosotros» (1Jn 4,11-12).
Escuchemos al «anciano» Juan y pongamos en práctica su enseñanza, ya que, como enseña otro Juan (san Juan de la Cruz), «a la tarde [de la vida] nos examinarán en el amor».
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