domingo, 10 de abril de 2022

Oraciones para el Domingo de Ramos en la pasión del Señor


En el día en que conmemoramos la entrada de Jesús en Jerusalén, para dar cumplimiento a su entrega hasta las últimas consecuencias, démosle gracias por su amor hasta el extremo y pidámosle fortaleza para amar como él nos enseñó.

¡HOSANNA AL HIJO DE DIOS!
Porque viene a salvarnos 

¡HOSANNA AL HIJO DE DIOS!
Porque viene a traernos vida abundante

¡HOSANNA AL HIJO DE DIOS!
Porque viene a traernos vida eterna

¡HOSANNA AL HIJO DE DIOS!
Porque viene en el nombre del Padre

¡HOSANNA AL HIJO DE DIOS!
Porque es humilde siendo rico

¡HOSANNA AL HIJO DE DIOS!
Porque es pequeño siendo grande

¡HOSANNA AL HIJO DE DIOS!
Porque nos habla del amor del Padre

¡HOSANNA AL HIJO DE DIOS!
Porque se humilla por nosotros

¡HOSANNA AL HIJO DE DIOS!
Porque morirá por nosotros

¡HOSANNA AL HIJO DE DIOS!
Porque resucitará por nosotros

¡HOSANNA AL HIJO DE DIOS!
Por todo y por siempre. Amén.

Que nuestro sí, quizás mañana será un no; que nuestros cantos se convertirán en silencios; que nuestros vítores darán lugar a deserciones; que nuestros gritos se tornarán en timidez... LO SABES, SEÑOR, Y NOSOTROS TAMBIÉN LO SABEMOS.

Que tu entrada en Jerusalén es el inicio de una aventura teñida de sufrimiento, de sacrificio, prueba y muerte… pero con redención final, porque tu amor es más fuerte que el pecado, que la traición y que la muerte, LO SABES, SEÑOR, Y NOSOTROS TAMBIÉN LO SABEMOS.

El numeroso gentío, que había venido a la fiesta, aclamaba al Señor: "Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo".

¡Portones!, alzad los dinteles, levantaos, puertas antiguas:
va a entrar el Rey de la gloria.

¿Quién es ese Rey de la gloria? El Señor, Dios omnipotente.
Él es el Rey de la gloria.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Con los ángeles y los niños, cantemos al triunfador de la muerte: "Hosanna en el cielo".

Ordenad una procesión con ramos hasta los ángulos del altar.
Tú eres mi Dios, te doy gracias; Dios mío, yo te ensalzo.
Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Bendito el que viene en nombre del Señor. Paz en el cielo y gloria en las alturas.

Alabad al Señor en su templo, alabadlo en su fuerte firmamento.
Alabadlo por sus obras magníficas, alabadlo por su inmensa grandeza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Aclamemos con palmas de victoria al Señor que viene, y salgamos a su encuentro con himnos y cantos, dándole gloria diciendo: "Bendito eres, Señor".

Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Adoremos a Cristo, que al entrar en Jerusalén fue aclamado por las multitudes como rey y mesías; acojámosle también nosotros con gozo, diciendo:
- Bendito el que viene en nombre del Señor.

Hosanna a ti, Hijo de David y rey eterno;
- hosana a ti, vencedor de la muerte y del mal.

Tú que subiste a Jerusalén para sufrir la pasión y entra así en la gloria,
- conduce a tu Iglesia a la Pascua eterna.

Tú que convertiste el madero de la cruz en árbol de vida,
- haz que los renacidos en el bautismo gocen de la abundancia de los frutos de este árbol.

Salvador nuestro, que viniste a salvar a los pecadores,
- conduce a tu reino a los que en ti creen, esperan y te aman.

Dios todopoderoso y eterno, que quisiste que nuestro Salvador se anonadase, haciéndose hombre y muriendo en la cruz, para que todos nosotros imitáramos su ejemplo de humildad, concédenos seguir las enseñanzas de su pasión, para que un día participemos en su resurrección gloriosa. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

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