domingo, 31 de marzo de 2024

Cristo ha resucitado, aleluya


Con la muerte de Cristo, pareció que sus propuestas y pretensiones habían fracasado. Sus enemigos quedaron momentáneamente convencidos de que se habían deshecho de él para siempre. 

Para ellos, Jesús fue solo un rebelde iluso. Es verdad que hizo algunos signos poderosos que no terminaban de entender, que confundió al pueblo con sus propuestas, que actuó con una libertad inaudita ante la Ley y las autoridades, que proclamó dichosos a los pobres y a los pecadores…, pero acabó abandonado de sus seguidores y –aparentemente– también de Dios. 

Esto les confirmaba en su opinión de que la vida, la predicación y las promesas de Jesús no tenían sentido.

En un primer momento, sus discípulos pensaron lo mismo, por lo que se escondieron para no acabar como él. Sin embargo, los mismos que huyeron atemorizados, salen de pronto a la luz para gritar su fe. Sufren con valor azotes, encarcelamientos, e incluso la muerte, por confesar a Jesús. 

Ellos anuncian lo que han experimentado: su encuentro con el crucificado que –paradójicamente– se les ha mostrado vivo. No es un sueño ni un fantasma; es el mismo Jesucristo: el mismo de antes, pero más que antes. Una presencia que se impone llena de poderío. Ellos son los testigos.

Los discípulos no cuentan cómo sucedió, porque ellos no estaban allí. Pero afirman con convicción que, en medio del silencio de la noche, contra toda esperanza, Jesús resucitó, y ahora se ha hecho presente, vivo y actuante en sus vidas. 

No son ellos los que le han buscado o han provocado el encuentro. Él siempre lleva la iniciativa y se ha manifestado a las mujeres, a algunos discípulos por separado, a otros cuando estaban juntos, haciéndoles comprender que se ha realizado lo que parecía imposible: Jesús ha vencido a la muerte y ahora vive para siempre. El Padre le ha dado la razón y ha transformado su humillación en exaltación.

Texto tomado de mi libro "La Semana Santa según la Biblia", editorial Monte Carmelo, Burgos 2017, ISBN: 978-84-8353-819-7, páginas 161-162.

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