lunes, 4 de enero de 2016

Ven y reina en mi pecho nada más que por hoy


El título de esta entrada está tomado de un poema de santa Teresita del Niño Jesús titulado «Mi canto de hoy», en el que reflexiona sobre el presente y sobre el futuro, algo muy apropiado para estos primeros días del año.

La santa de Lisieux comienza reconociendo que «la vida es breve», como solemos decir, demasiado breve para amar a un Dios eterno, demasiado pequeña para amar a un Dios tan grande, insuficiente para agradecerle todo su amor:


Mi vida es un instante, una efímera hora,
momento que se evade y que huye veloz.
Para amarte, Dios mío, en esta pobre tierra
no tengo más que un día: 

¡solo el día de hoy!

Ella se siente demasiado débil como para hacer planes a largo plazo. Ya ha experimentado otras veces que sus proyectos no se han podido realizar, que tampoco ha sido capaz de cumplir todos sus propósitos. Por eso dice a Jesús que solo tiene el momento presente para amarle, le pide que la sonría, que descienda a su pecho «nada más que por hoy».


¡Oh, Jesús, yo te amo! A ti tiende mi alma.
Sé por un solo día mi dulce protección,
ven y reina en mi pecho, ábreme tu sonrisa

¡nada más que por hoy!

Teresita no permite que las preocupaciones o los miedos empañen su amor. Tiene muy presente la enseñanza de Jesús: «No os afanéis por el día de mañana, porque a cada día le basta su afán» (Mt 6,34). Vive concentrada en el momento presente, el único que tiene, por eso pide a Jesús que la cubra con su sombra; es decir, con su gracia, como hizo el Espíritu Santo cuando descendió sobre laa Virgen María, «nada más que por hoy».


¿Qué me importa que en sombras esté envuelto el futuro?
Nada puedo pedirte, Señor, para mañana.
Conserva mi alma pura, cúbreme con tu sombra

¡nada más que por hoy!

Muchas veces sufrimos «anticipadamente», pensando en lo que puede sucedernos o en lo que les puede pasar a nuestros seres queridos. Así, cuando llega el dolor estamos ya tan debilitados que no nos quedan fuerzas para enfrentarlo. Santa Teresita también se asusta si piensa en el mañana. Por eso prefiere centrarse en el hoy. En estos momentos está dispuesta a amar a Jesús, a acogerle, a servirle. Eso es lo único importante:


Si pienso en el mañana, me asusta mi inconstancia,
siento nacer tristeza, tedio en mi corazón.
Pero acepto la prueba, acepto el sufrimiento

¡nada más que por hoy!

El poema sigue a  lo largo de 14 estrofas en las que va profundizando en estas reflexiones. Se lo presenté entero, explicando cuándo lo escribió y otras cosas aquí.

Hoy solo quiero recordarles que esta oración de santa Teresita es como un eco del Padre nuestro, en el que pedimos a Dios «el pan para hoy».

San Mateo usa el adverbio «sémeron», que significa 'hoy'. San Lucas, en cambio, usa la palabra «kath’eméran», que se podría traducir por 'cada día' o 'día a día'. Las diferencias en la redacción no son importantes, porque pedir a Dios el pan «cada día» es lo mismo que pedírselo para «hoy». 

Todo esto está en consonancia con las enseñanzas de Jesús, que nos invita a vivir confiados en la providencia del Padre celestial: «No andéis preocupados por lo que vais a comer o a beber o por el vestido [...]. De esas cosas se preocupan los paganos […]. Vosotros buscad el Reino de los cielos y Dios os dará lo demás. No andéis, pues, agobiados por el mañana» (cf. Mt 6,25-34). 

San Lucas repite la misma enseñanza y añade: «No temáis porque Dios ha querido daros su Reino» (Lc 12,32). Importante puntualización, porque si Dios ya nos ha dado su Reino, que es lo verdaderamente importante, no dejará de ocuparse cada día de nosotros, proporcionándonos lo necesario.

Como santa Teresita, amemos a Jesús «nada más que por hoy», acojámoslo en nuestra vida «nada más que por hoy», sirvámoslo de corazón «nada más que por hoy». Y mañana será otro día.

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