jueves, 17 de diciembre de 2015

¿Ceremonia neopagana en el Vaticano?


El pasado 8 de diciembre por la noche se proyectó un espectáculo de luz en la fachada de la basílica vaticana en Roma. Yo no estaba allí y no pude disfrutarlo, me conformé con leer la preciosa homilía del papa en la misa del día.

Me ha llamado la atención que varios de mis contactos en facebook han reproducido un artículo de una página no católica, aunque se presentan como los verdaderos católicos, los únicos católicos, los últimos católicos, que siempre escriben contra todo lo que hace el papa y contra todo lo que a ellos no les gusta.

Parece que ellos no saben (o no recuerdan) que en tiempos del papa Juan Pablo se hicieron espectáculos de circo en la misma plaza (hay videos que recogen cómo se ríe ante la actuación de un payaso), conciertos, exposiciones, bailes folcklóricos...

Parece que ellos no saben (o no recuerdan) que cada año en las fiestas de Navidad y Pascua, representantes de los ejércitos italianos desfilan en esa misma plaza con sus bandas de música.

Durante siglos se hicieron también fiestas de carnaval en la misma plaza, ejercitaciones militares, fiestas populares, etc.

Se ve que para ellos esas cosas no desacralizan la plaza. Pero la proyección de fotos de animales, sí.

Parece que ellos no saben que en los museos vaticanos hay miles de pinturas, esculturas y mosaicos que representan animales (hay incluso unas "galerías de los animales").

Pero no solo en los museos o en la plaza. En el interior de la misma basílica hay cientos de animales representados. Hasta el punto de que hay varios libros de arte sobre "la fauna del Vaticano". Uno publicado por la Libreria Editrice Vaticana, escrito por Sandro Barbagallo, se titula «Los animales en la basílica de san Pedro».

En ese libro se puede leer que dentro de la iglesia hay representadas al menos 67 especies animales distintas. Algunas con tantos animalitos que se podría formar un zoo (500 abejas, 470 palomas, etc.) Incluso hay animales fantásticos, como los dragones, de los que hay más de 100 (y nunca nadie ha osado afirmar que tengan que ver con la brujería ni con tonterías por el estilo).

El ataque no es contra el papa ni contra esos animalitos. Cuando afirman que la basílica ha sido profanada, que eso ha sido un espectáculo osceno, una ofensa a la Virgen Inmaculada, una cesión a la mentalidad new age, una manifestación de regreso al paganismo y no sé cuántas cosas más, están pensando en Francisco, aunque reflejan algo más serio.

No, sus ataques no van contra este papa, ni aún contra el concilio Vaticano II, que según ellos inició la destrucción de la fe, de la tradición y de no sé cuántas cosas más.

Aunque ellos no sean conscientes, sus ataques van contra Jesucristo, contra el Jesucristo de la historia y de los evangelios, contra el Hijo de Dios hecho carne en el vientre de María.

Cuando gastan sus energías en atacar la misa del Vaticano II, en reclamar el regreso a la majestuosidad de los altares barrocos y de la misa tridentina, a los ornamentos ostentosos, a las tiaras y a las puntillas... en realidad atacan a Jesucristo, que nació en la pobreza de Belén, que creció en la humildad de Nazaret, que murió desnudo en una cruz.

Quieren un Dios grande, fuerte, poderoso. Y Jesús es demasiado débil, demasiado pobre, demasiado poca cosa para ellos. Por eso, todo el que les invite a ser más sencillos y más pequeños les estorba.

San Juan de la Cruz habla de la lástima que le producen los que se cargan de ceremonias y ritos, pensando que así sirven a Dios, y dice que su falta de sencillez en las cosas de la fe «es insufrible».

Se dicen católicos amantes de la tradición, pero en realidad están apegados a formas estéticas y a ideas socio-políticas concretas, que disfrazan de cristianismo, pero que tienen poco que ver con él, aunque en otros tiempos hayan sido usadas y valoradas por cristianos sinceros y piadoso.

También hubo cristianos sinceros y piadosos que aceptaron la esclavitud, el sometimiento de la mujer y las torturas, aunque esas cosas sean poco cristianas.

Recordemos que no fueron los ateos quienes condenaron a muerte a Jesús, sino los que le consideraban poco religioso, poco tradicional, poco apegado a los ritos y a las ceremonias.

También a los primeros mártires del cristianismo los condenaban a muerte por "ateos", porque no practicaban ceremonias solemnes ni llevaban ropas especiales ni respetaban las tradiciones de los mayores.

Dos mil años después, la historia se vuelve a repetir. Es doloroso reconocerlo, pero es así.

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