domingo, 29 de noviembre de 2015

Beatos Dionisio y Redento, mártires carmelitas


Hoy es la fiesta de los mártires carmelitas Dionisio y Redento, cuyas vidas son realmente fascinantes: marinos, cartógrafos, aventureros, diplomáticos... pero, sobre todo, enamorados de Jesucristo, por el que dieron sus vidas.

He hablado de ellos aquí y aquí. Les propongo la lectura del Oficio divino de hoy, tomada de la Subida del Monte Carmelo de san Juan de la Cruz.

Si alguno quiere seguir mi camino, niéguese a sí mismo y tome su cruz y sígame. Porque el que quisiere salvar su alma, perderla ha; pero el que por mí la perdiere, ganarla ha.

¡Oh, quién pudiera aquí ahora dar a entender y a ejercitar y gustar qué cosa sea este consejo que nos da aquí nuestro Salvador de negarnos a nosotros mismos, para que vieran los espirituales cuán diferente es el modo que en este camino deben llevar del que muchos de ellos piensan! Que entienden que basta cualquier manera de retiramiento y reformación en las cosas; y otros se contentan con, en alguna manera, ejercitarse en las virtudes y continuar la oración y seguir la mortificación, mas no llegan a la desnudez y pobreza, o enajenación, o pureza espiritual, que todo es uno, que aquí nos aconseja el Señor; porque todavía antes andan a cebar y vestir su naturaleza de consolaciones y sentimientos espirituales que a desnudarla y negarla en eso y esotro por Dios.

En lo cual, espiritualmente, se hacen enemigos de la cruz de Cristo, porque el verdadero espíritu antes busca lo desabrido en Dios que lo sabroso, y más se inclina al padecer que al consuelo, y más a carecer de todo bien por Dios que a poseerle, y a las sequedades y aflicciones que a las dulces comunicaciones, sabiendo que esto es seguir a Cristo y negarse a sí mismo, y esotro, por ventura, buscarse a sí mismo en Dios, lo cual es harto contrario al amor.

Si el hombre se determina a sujetarse a llevar esta cruz, que es un determinarse de veras a querer hallar y llevar trabajo en todas las cosas por Dios, en todas ellas hallará grande alivio y suavidad.

El aprovechar no se halla sino imitando a Cristo, que es el camino y la verdad y la vida, y ninguno viene al Padre sino por él. Este camino es morir a nuestra naturaleza.

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