viernes, 23 de octubre de 2015
congreso sobre el Castillo interior de santa Teresa de Jesús en Lublín, Polonia
He tenido el gozo de pasar una semana en Polonia, con motivo de un congreso sobre el Castillo interior de santa Teresa de Jesús, organizado por la universidad católica de Lublín.
Me han impresionado los preciosos monumentos de Cracovia y Lublín, casi todos restaurados por dentro y por fuera, sus iglesias y museos, sus cuidados parques, la limpieza de sus calles... pero, sobre todo, lo amables y acogedoras que son todas las personas que he encontrado y el gran interés que han mostrado los participantes en el congreso.
Varios de los ponentes eramos carmelitas descalzos, pero la mayoría no lo eran y han preparado sus conferencias con gran competencia, por lo que daba gusto oírles.
Once conferenciantes provenían de las universidades de Lublín y de Cracovia, uno de Letonia y tres de Italia, pero todos eran polacos, menos el P. Ciro García y un servidor.
Siempre había alguna persona buena que se sentaba a nuestro lado para traducirnos las intervenciones en el aula. Como es natural, también han traducido nuestras conferencias para que las pudieran seguir los asistentes.
Hemos hablado del contexto histórico de santa Teresa, de las raíces bíblicas de su pensamiento, del simbolismo que utiliza en el Castillo Interior y hemos analizado cada una de las moradas, entre otros temas.
Había un acuerdo general en reconocer la originalidad del pensamiento de santa Teresa y su gran actualidad, ya que habla de cosas esenciales. Confió en que la publicación de las actas sirva para acercar el pensamiento de santa Teresa al pueblo polaco.
Mi tema era: «El ingreso en la vida mística en las terceras moradas: la "resiliencia"». Comienza así:
La palabra que más se repite en nuestros días es «crisis»: económica, política, educativa, religiosa… Einstein afirmó que no podremos salir de ella si continuamos dando las mismas respuestas de siempre a los problemas nuevos: «No pretendamos que las cosas cambien si seguimos haciendo lo mismo». Si enfrentamos las crisis con creatividad, son una oportunidad de renovación y de crecimiento. Así lo vivió santa Teresa de Jesús, que se crecía ante las dificultades.
En cierta ocasión estaba de viaje desde Ávila hacia Medina del Campo para fundar su segundo monasterio de carmelitas descalzas. Cuando se encontraba a mitad de camino, vinieron a decirle que la casa que les habían ofrecido ya no estaba a la venta y que la fundación no se podía hacer porque habían surgido dificultades que parecían insuperables. ¿Qué hizo ella?, ¿se echó atrás? Al contrario, comenta así su reacción: «¡Oh, válgame Dios! Cuando Vos, Señor, queréis dar ánimo, ¡qué poco hacen todas las contradicciones! Antes parece [que la dificultad] me animó, pareciéndome que si comenzaba a alborotarse el demonio, era porque el Señor se quería servir de aquel monasterio» (F 3,4).
Usando su propia experiencia y la de sus hermanas, santa Teresa escribió un peculiar tratado de vida espiritual, un libro que habla de la oración, partiendo de sus formas más sencillas, propias de los principiantes, hasta llegar a la cumbre de la vida mística: el «matrimonio espiritual» o «unión transformante». Es el Castillo interior, en el que habla de la oración entendiéndola como un camino de conocimiento de sí, de autoaceptación, de superación de las dificultades y de crecimiento hacia la plenitud que Dios quiere para nosotros. En ese proceso ocupa un lugar esencial la capacidad de enfrentarse a las contradicciones no buscadas por nosotros, pero que nos presenta la vida, superándolas y transformándolas en una oportunidad de maduración y crecimiento. En lo que hoy se llama «resiliencia». Sin usar ese nombre, santa Teresa habla de ello en varias ocasiones, pero lo desarrolla especialmente en las terceras moradas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario