jueves, 8 de agosto de 2024

Santo Domingo de Guzmán. Presentación y oraciones de la misa


El 8 de agosto se celebra la fiesta de santo Domingo de Guzmán, especial protector de la República Dominicana, en la que conservo tantos y tan buenos amigos. 

Domingo nació en Caleruega (Burgos), muy cerca de mi pueblo, el año 1170. Sus padres eran miembros de la nobleza castellana, emparentados con los reyes de Castilla, de León, de Aragón, de Navarra y de Portugal.

En su primera infancia vivió en Gumiel de Izán (Burgos) con su tío, el arcipreste don Gonzalo de Aza.

Después se trasladó a Palencia para estudiar Artes (humanidades y filosofía) y Teología. Al terminar sus estudios se convirtió en profesor de la misma universidad.

Fue canónigo de la catedral de mi pueblo (Burgo de Osma), presidente del cabildo catedralicio y vicario general de la diócesis.

El rey Alfonso VIII de Castilla lo envió en 1205 junto con el obispo de Osma, como embajador a Dinamarca y a Roma para arreglar la boda del príncipe Fernando con una princesa danesa. La princesa se murió, por lo que no se consiguió nada.

En su viaje conoció la división de la Iglesia en Francia, causada por los cátaros y los albigenses. El papa Inocencio III le pidió en 1206 que se quedara en Francia para predicar a los herejes.

Se dio cuenta de que las herejías surgían de la ignorancia, por lo que estableció un grupo de clérigos predicadores, que se dedicaran a anunciar el evangelio. De hecho el nombre oficial de los dominicos es hasta el presente "Orden de predicadores".

Participó en el concilio lateranense. A su regreso a Francia dispersó a sus frailes para que fueran como itinerantes a predicar a distintas ciudades de España, Francia e Italia.

En Roma reunió en un monasterio a las monjas que hasta entonces estaban dispersas en distintos lugares de la ciudad y fundó para sus frailes el convento de santa Sabina, que sigue siendo la casa general de su Orden.

Murió en Bolonia, donde se conserva su cuerpo en un artístico sepulcro, el 6 de agosto de 1221, dejando fundadas más de sesenta comunidades de frailes predicadores.

Oraciones de la misa

Oración colecta. Te pedimos, Señor, que santo Domingo de Guzmán, insigne predicador de tu palabra, ayude a tu Iglesia con sus enseñanzas y sus méritos, e interceda también con bondad por nosotros. Por nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

Oración de los fieles. Iluminados por la Palabra de Dios e inspirados por la vida de santo Domingo, abrimos nuestros corazones a Dios y le presentamos nuestras necesidades.

- Para que, como santo Domingo, todos los cristianos tengamos a Dios en el centro de nuestras vidas, hagamos su voluntad y le sirvamos con todo nuestro corazón. Roguemos al Señor.

- Para que los católicos, alimentados por Jesús en la Eucaristía y las Escrituras, como hacía santo Domingo, podamos conducir a otros a la verdad del amor de Dios, con nuestras palabras y acciones. Roguemos al Señor.

-  Por la Orden Dominicana –laicos, hermanas y monjas, hermanos y sacerdotes– para que todos sus miembros sirvan a Dios y a la Iglesia con la pasión de Santo Domingo. Roguemos al Señor.

Oración sobre las ofrendas. Acepta, Señor, por intercesión de santo Domingo, las súplicas que te dirigimos, y por la eficacia de este sacrificio fortalece con la ayuda de tu gracia
a los defensores de la fe. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Prefacio

V. El Señor este con vosotros.
R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, nuestro Señor.

Porque, con especial providencia, enviaste a santo Domingo como heraldo de la verdad, que él bebía de la sublime fuente del Salvador,
para quitar la sed del mundo.

Domingo, sostenido siempre por la Madre de tu Hijo, y lleno de celo
por la salvación de las almas, encarnando la misma visión del Verbo en sí mismo y en los discípulos que el Espíritu reunió con él, los hizo campeones de la fe para la salvación de los demás, llevando, mediante su predicación y ejemplo, muchos hermanos a Cristo.

Hablando siempre contigo o de ti, creció en sabiduría y, haciendo brotar su apostolado de la plenitud de la contemplación, se dedicó totalmente a la renovación de tu Iglesia.

Por eso, con los ángeles y todos los santos, proclamamos tu gloria, cantando a una sola voz. Santo, Santo, Santo... 

Oración después de la comunión. Que tu Iglesia, Señor, reciba en plenitud la eficacia salvadora de este sacramento con el que nos has alimentado en la fiesta de santo Domingo, y el que fue gloria de la Iglesia por su predicación, sea ahora su protector desde el cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

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