viernes, 19 de junio de 2015

Ecos de una peregrinación (2)


Ayer les compartí el testimonio de seis peregrinos. Hoy les comparto el de otros ocho. Tanto la peregrinación como la posterior convivencia en el Desierto de las Palmas fue una experiencia de gracia para ellos y para mí. Dios los bendiga a todos. Los llevo en mi corazón. En la foto pueden ver una vista desde el monasterio del Desierto de las Palmas.


Doy gracias a Dios, que me ha permitido llegar a este paraíso, porque así lo veo, empezando por el paraje natural en que se encuentra y siguiendo por las edificaciones y todo lo que hay dentro. En los momentos de oración he sentido una paz tan profunda que quiero llevarla conmigo a mi país. Padre Eduardo, reciba mi agradecimiento por la invitación que nos hizo a visitar este centro de espiritualidad del Desierto de las Palmas como conclusión de nuestra peregrinación teresiana por tierras de España y Portugal. Sé que Dios me quiere mucho y le pido que me permita seguir mi crecimiento espiritual de manera que yo pueda transmitir a mi familia y a todos lo que he visto y oído en este lugar. Padre Eduardo, Dios lo bendiga y la Santísima Virgen lo acompañe para que pueda continuar con esta hermosa misión. Albertina (Panamá).

Agradezco a Dios y a nuestra madre la Virgen y Reina del Carmelo por haber recorrido con usted y los hermanos de Panamá, República Dominicana, El Salvador, Estados Unidos y otros lugares, en este jubileo de los 500 años de nuestra santa Teresa de Jesús, su ciudad natal, la Encarnación, los conventos fundados por ella, en especial San José, Alba de Tormes, Salamanca y Toledo. Me extasiaba mirar en la noche, mientras regresábamos al hotel, el hermoso cielo de Ávila. Admiro tantas obras de arte de incalculable valor que hemos visto en los museos de Alba de Tormes, Ávila, Ciudad Rodrigo… y en el “cielo” del Desierto de las Palmas, lugar que nunca olvidaré y al que me gustaría regresar, donde hemos experimentado ese amor tan grande de Dios en su presencia y en la atención amorosa de las hermanas carmelitas, al igual que todas las hermanas que hemos encontrado en los conventos que visitamos. No puedo dejar de mencionar nuestra estadía en Fátima. Ha sido una bendición llegar el día del Corpus Christi y participar en la oración y procesión con el Santísimo y al día siguiente recorrerla nuevamente tras el anda de la Virgen, unidos a todos los peregrinos de distintos países, sintiendo su amor y protección. Dios le bendiga y le permita continuar levando muchas almas al conocimiento de Dios para amarle, adorarle, servirle y darlo al prójimo. Rosa Eloísa Caneira (Panamá).

Doy gracias a Dios por haber podido vivir esta experiencia tras los pasos de santa Teresa. Cada día pude conocer y experimentar algo nuevo sobre esta gran mujer de tanto carácter y de tanto amor a la vez. Cuando ya creía que había terminado todo, nos fuimos al Desierto de las Palmas –bendito Desierto-. Allí abrimos el inmenso regalo que Dios nos tenía preparado: ¡Cuánta historia!, ¡cuánta cultura!, ¡cuánta espiritualidad! Allí nos encontramos cara a cara con nuestro Señor. Yo creo que nuestra vida se puede dividir en dos: antes y después de nuestra visita al Desierto de las Palmas. Gracias, padre Eduardo, por cada detalle, por todas sus explicaciones. Que Dios lo bendiga con mucha salud para que pueda seguir esta obra en bien del pueblo de Dios. Josefina Perelló.

Sería demasiado extenso expresar todo lo que he experimentado en esta peregrinación tan maravillosa. En los momentos de adoración al Santísimo en el Desierto de las Palmas sentí que rayos de luz y bendición penetraron mi alma, sentí que mis deseos y plegarias por todos han de ser cumplidos, según la santa y divina voluntad de mi Jesús. Fúlgida Foster.

Abrir los ojos por la mañana ya es un motivo para alabar y dar gracias a Dios por su inmenso amor. Él, con su infinita gracia, ha permitido que visitemos estas tierras tan lejanas para nosotros, conociendo y engrandeciendo nuestra fe y espiritualidad. Seguir el camino que recorrió santa Teresa de Jesús, conocer más de su vida, obra, muerte y lo que sucedió después de su muerte me ha dejado una emoción indescriptible, difícil de explicar con palabras. Todo el peregrinar ha sido de provecho para enriquecer nuestra cultura y nuestra fe, sobre todo nuestra fe. No bastan las letras para agradecer al padre Eduardo todos los sacrificios que hace por nosotros para que vivamos estos momentos tan especiales en nuestras vidas. Por eso suplico al Señor: Querido Jesús, cuida mucho al padre Eduardo. Él es mi amigo, es fuerte, es sorprendente y lo quiero mucho. Ayúdale a vivir con intensidad y a brillar en los lugares más oscuros, protégelo siempre, levántalo cuando te necesite y permítele que siga caminando a tu lado.

Doy gracias a mi Dios por haberme permitido estar en los lugares que pisó la madre Teresa, haciendo tanto bien y dando tanto amor. Me impactó su carácter, su firmeza, su espiritualidad. Ojalá Dios nos conceda hacer un poco de lo que ella hizo. Gracias especiales al padre Eduardo por ser un ser humano tan especial. Que el Señor lo siga bendiciendo. Gracias por traerme a un sitio tan especial como el Desierto de las Palmas. Marisol (República Dominicana).

Quiero dar gracias a Dios por la bendición de haber podido visitar España, especialmente Ávila y el Desierto de las Palmas. Ha sido un encuentro lleno de cultura, historia, arte, espiritualidad y convivencia para vivir, orar, cantar y gozar. Una experiencia única que hay que vivir personalmente para poder comprender las emociones que no consigo expresar. Doy gracias al padre Eduardo, que me enseñó a caminar para tener paz en mi corazón y para desear estar en diálogo con Dios todos los días de mi vida, recordando la enseñanza de santa Teresa: “No se trata de pensar mucho, sino de amar mucho”.


Padre Eduardo, grazie per averci fatto vivere l'esperienza della relazione con gli altri, quella relazione che ci ha fatto entrare in noi stessi per scoprire le immense ricchezze che Dio ci dà. Tanti ricordi affollano la nostra mente: persone care con le quali abbiamo condiviso momenti sublimi di preghiera e di ricreazione gioiosa e tanti luoghi teresiani che hanno tenuto sospesi i nostri sensi. Non dimenticheremo il canto melodioso del "Nada te turbe" delle nostre Monache di Fatima durante la Comunione. Quelle voci d'angelo ci hanno portato in visibilio e lontani dalle preoccupazioni e dalle inquietudini che potevano turbarci, abbiamo sentito quella pace di "Chi ha Dio" nel cuore. Ci hanno trasmesso una serenità interiore simile all'acqua di un fiume che tranquillamente si avvicina al mare. Ed è la stessa sensazione che vogliamo conservare di questo pellegrinaggio e poterla imprimere nell'anima. Grazie a tutti i partecipanti per la loro simpatia e disponiilità al dialogo, ma soprattutto grazie a te per aver saputo curare nei minimi paritcolari la regia di tutto questo con l'amore, la competenza e la preparzione che ti contraddistinguono. Tante benedizioni e un arrivederci, Angela e Giovanni (Roma). 

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