lunes, 19 de enero de 2015

Semana de oración por la unidad de los cristianos 2015


La semana de oración por la unidad de los cristianos este año tiene por lema: «Jesús le dice: “Dame de beber”» (Jn 4,7). 

Desde 1975, los materiales se preparan cada año en un país distinto. Para 2015 han sido elaborados en Brasil. Les ofrezco unos párrafos de la presentación del tema de este año:

Dios, que se hace hombre en Cristo (Jn 1,14) y se vacía a sí mismo para compartir nuestra humanidad (Flp 2,6-7), es capaz de decirle a la mujer samaritana: «Dame de beber» (Jn 4,7). Al mismo tiempo, este Dios que sale a nuestro encuentro nos ofrece el agua viva: «el que beba del agua que yo quiero darle, nunca más volverá a tener sed sino que esa agua se convertirá en su interior en un manantial capaz de dar vida eterna» (Jn 4,14).

El encuentro entre Jesús y la samaritana nos invita a probar agua de un pozo diferente y también a ofrecer un poco de la nuestra. En la diversidad nos enriquecemos mutuamente. La Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos constituye una ocasión privilegiada para la oración, el encuentro y el diálogo. Es una oportunidad para poder reconocer las riquezas y los valores que están presentes en el otro, el distinto, y para pedir a Dios el don de la unidad.

El estudio y la meditación del texto que se propone para la Semana de Oración de este año quiere ayudar a las personas y a las comunidades a que se den cuenta de la dimensión dialógica del proyecto de Jesús que llamamos el Reino de Dios.

El texto afirma la importancia de que la persona conozca y comprenda su propia identidad para que la identidad del otro no se perciba como una amenaza. Si no nos sentimos amenazados, seremos capaces de percibir la complementariedad del otro: ¡Sola, una persona o una cultura, no es suficiente!

La imagen que surge de las palabras «dame de beber» habla de complementariedad: beber agua del pozo de otra persona es el primer paso para experimentar el modo de ser del otro. Esto lleva a un intercambio de dones que enriquece. Cuando se rechazan los dones del otro se hace mucho daño a la sociedad y a la Iglesia.

«Dame de beber» nos empuja a reconocer que las personas, las comunidades, las culturas, las religiones y los distintos grupos étnicos se necesitan unos a otros.

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