lunes, 29 de diciembre de 2014

Lino y Gloria recuerdan su visita a Cuba


Del 1 al 17 de septiembre estuve en Cuba, dando algunas charlas, cursillos y retiros. Me acompañaron Ana y Encarna de España y Lino y Gloria de Panamá. Nos alojamos en conventos y no visitamos las famosas playas ni los hoteles a donde van los turistas, pero visitamos a la gente en sus casas, iglesias y capillas, asilos de ancianos, un leprosario, comedores sociales, dispensarios parroquiales y otras instituciones similares con las que la Iglesia Católica ayuda a la población. En esta entrada, mis amigos Lino y Gloria nos cuentan su experiencia. (Son los de la foto de arriba).

La Navidad comenzó para nosotros con vuestra invitación a compartir un viaje misionero a Cuba. Una experiencia inolvidable, en la que se abrieron nuestros ojos y fuimos saciados del amor de Dios a través de sus fieles, quienes a pesar de las dificultades lo buscan con fe y se unen en solidaridad con aquel que sufre. Ellos nos regalaron su corazón y llenaron de abrazos, sonrisas y besos, y también de lagrimas.

Nos encantó la fraternidad que se vive en los conventos carmelitas de Matanzas y La Habana, donde fuimos acogidos con mucho amor y alegría, y pudimos compartir el diario vivir en oración, las proezas y hazañas para llevar la fe al desventurado y enfermo, para dar alegría a los corazones agrietados, y con un caluroso abrazo, consolar y dar esperanza a los afligidos.

Cual fieles pastores y soldados de Dios, los carmelitas descalzos, los estudiantes, Ana y Encarnita, con quienes convivimos, nos enseñaron a apreciar todas las cosas, tanto pequeñas como grandes, a reírnos de nosotros mismos y a percatarnos de la generosidad,
bondad y misericordia de Dios en nuestra vida. 

Las carmelitas contemplativas, con su dulce personalidad, rostro amoroso y voz de ruiseñor hincharon nuestros corazones y los llenaron de paz.

A pesar de las innumerables tristezas y congojas de un pueblo que sufre, siempre habrá un susurro que no podrá ser apagado, la voz del Espíritu Santo en los oídos de los buenos y su interpelación a los que en su interior están llenos de maldad para que la depongan.

Aparentemente, en la oscuridad se ha abierto una brecha de esperanza, donde pareciera que unas manos se estrecharían por la paz. Rogamos a Dios para que no sea en vano, pues a veces el orgullo, la codicia, la ambición, soberbia, celos y vanidad hacen que las palabras sean huecas, volviéndose promesas vacías. Casi diría que no todo lo que brilla es oro.

Gracias, padre Eduardo, por hacernos apreciar mejor la vida e incrustar en nosotros el camino de purificación y perdón en preparación para que el Niño Dios nazca en nuestros corazones. Un fuerte abrazo, le queremos, Gloria y Lino.

Ojalá la preciosa Iglesia del Carmen en La Habana pudiera ser restaurada en su origen y esplendor; sobre todo, la hermosa Virgen del Carmen de la torre, que poco a poco se hunde. Oremos al Señor.

La torre y la imagen de la Virgen que citan en su escrito

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