miércoles, 24 de mayo de 2023

El Espíritu Santo y los cristianos


Mientras nos preparamos para la fiesta de Pentecostés, es bueno recordar que el Espíritu Santo realiza en cada uno de nosotros una recreación, tal como dice san Pablo: «habéis sido lavados, santificados y justificados en el nombre de nuestro Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios» (1Cor 6,11). 

Con el don del Espíritu, Dios Padre ya nos ha dado lo que un día esperamos alcanzar en plenitud: la filiación divina, la misma vida de su Hijo: «habéis recibido un Espíritu de hijos adoptivos que os hace clamar Abba» (Rom 8,15), «la señal de que ya sois hijos es que Dios ha enviado a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo» (Gál 4,6). 

Mientras tanto, el Espíritu «ha sido enviado a nuestros corazones» (Gál 4,6), ha entrado en nuestra profundidad más íntima, ha transformado nuestras raíces más secretas, por lo que nos hemos convertido en «Templos del Espíritu» (1Cor 3,16; 6,19).

El Espíritu Santo es ya la pregustación, la posesión anticipada, la garantía de lo que un día alcanzaremos, la «prenda», la «fianza», las «arras», el «sello» de nuestra herencia prometida: «fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es prenda de nuestra herencia» (Ef 1,13-14), «con él fuisteis sellados para el día de la redención» (Ef 4,30), «el que nos ha destinado a esto es Dios, que nos ha dado en arras el Espíritu» (2Cor 5,5), «Dios nos ungió y nos marcó con su sello y nos dio en arras el Espíritu en nuestros corazones» (2Cor 1,22).

Deseo a todos una feliz preparación para la hermosa fiesta de Pentecostés. Que el Espíritu descienda sobre nosotros, sobre la Iglesia y sobre el mundo. Amén.

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