miércoles, 25 de junio de 2014

Desde Caprarola, con afecto



Si la semana pasada me encontraba al Norte de Italia, predicando un curso sobre santa Teresa a las carmelitas descalzas, hoy me encuentro en Caprarola (provincia de Viterbo), a 64 km al norte de Roma, predicando ejercicios espirituales a unos 50 miembros del carmelo seglar.

El convento fue fundado en 1621 por iniciativa del cardenal Eduardo Farnese. En las crónicas de la época se lee que el convento "por la majestad del templo, la riqueza de sus ornamentos, la disposición del convento, la belleza de sus huertos y jardines y la variedad de las construcciones de servicio, supera a todas las casas que hasta el presente posee la Orden".

El arquitecto fue Carlo Rainaldi, uno de los más importantes del s. XVII. Autor entre otras cosas de varias obras importantes en Roma: la fachada de San Andrés del Valle, las iglesias gemelas de plaza del Popolo (en colaboración con Carlo Fontana), la de santa María in Portico in Campitelli, y otras muchas. 

En la iglesia y convento se conservan cuadros de autores famosos (Guido Reni, el Veronese, etc.), muebles, relicarios y ropas litúrgicas de gran valor, así como varios manuscritos de santa Teresa de Jesús.

Pero lo más impresionante son sus bodegas escavadas en la roca (de más de 100 metros de profundidad, yo no he visto nada parecido en mi vida), así como los parques y jardines que rodean el convento.


Vista general del edificio: iglesia, convento y palacio cardenalicio.


Impresionante fachada de la iglesia. El convento queda por detrás. A la izquierda el antiguo palacio de los cardenales protectores.


Altar mayor del templo.

Cuadro de Guido Reni.


Esta es la vista desde la ventana de mi habitación. Al otro lado del valle se ve el pueblo y el famoso palacio Farnese, que se encuentra solo a diez minutos andando.

El convento está rodeado de campos plantados con árboles frutales, de jardines y de bosques con preciosos caminos para pasear contemplando la naturaleza.

Las bodegas del convento, escavadas en la roca, son enormes y preciosas.

En la sala de conferencias, escuchando la presentación de los participantes.

Celebrando la Eucaristía de la fiesta de san Juan.

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