martes, 4 de octubre de 2022

Francisco, repara mi Iglesia


La foto de arriba es una pintura de Giotto (1267-1337), que representa un sueño del papa Inocencio III, que vamos a explicar.

En cierta ocasión, el joven Francisco de Asís se encontraba en oración en la iglesita de san Damián, que estaba abandonada y con varias paredes hundidas. Dentro solo quedaba un icono de Cristo, el famoso crucifijo de san Damián. Mientras oraba, oyó que Jesús le decía: «Francisco, ve y reconstruye mi Iglesia, que como ves está en ruinas».

Él comenzó inmediatamente la restauración de aquel templo y dio inicio al movimiento franciscano con los compañeros que se le juntaron. Con el uso de palabras sencillas para predicar el evangelio y una vida simple, los franciscanos reconstruyeron la Iglesia de Cristo y lo siguen haciendo hasta el presente.


«Poco a poco, Francisco se dio cuenta de que no se trataba de hacer de albañil y reparar un edificio de piedra, sino de dar su contribución a la vida de la Iglesia. Se trataba de ponerse al servicio de la Iglesia, amándola y trabajando para que en ella se refleje cada vez más el rostro de Cristo» (papa Francisco a los jóvenes).

Más tarde, el papa Inocencio III soñó que se estaba hundiendo la basílica de san Juan de Letrán (la catedral de Roma) y que Francisco la sujetaba, impidiendo que cayera. Por eso aprobó su regla de vida y le animó a continuar con su obra.

Santa Teresa de Jesús también vivió momentos de crisis. Viendo las divisiones y los escándalos en la Iglesia de su tiempo, dice: «Me determiné a hacer lo poquito que yo podía y a procurar que mis compañeras hicieran lo mismo». Presentando con palabras sencillas el evangelio de la oración y viviendo con gran naturalidad su consagración dio inicio a un movimiento de reforma de la Iglesia que dura hasta el presente.

El papa Francisco Bergoglio también ha recibido la misión de reconstruir la Iglesia de Dios, que amenaza ruina. Como san Francisco de Asís y santa Teresa de Jesús, usando palabras sencillas para predicar el evangelio y llevando una vida simple, está colaborando con Cristo para que su Iglesia sea cada vez más auténtica.

Algunos se pasan la vida criticando lo que hacen o dejan de hacer los demás, pero no están dispuestos a mover un dedo para ayudar en la tarea de mejorar la Iglesia y la sociedad.

¿Y yo?, ¿estoy dispuestos a colaborar, poniendo lo que esté de mi parte? ¿o me quedo solo mirando? Se necesitan muchas manos y muchos corazones para esta importante misión. ¡Cristo cuenta conmigo!

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