Yo no tengo nada contra las nuevas tecnologías, que hacen nuestras vidas más fáciles y nos ayudan a comunicarnos. Pero no deja de sorprenderme que se haya convertido en una obsesión para muchos, que ya no tienen tiempo para nada más. Hay que tener cuidado para que lo que es un MEDIO para comunicarnos, aprender o entretenernos no se convierta en un FIN. Como sucede con el dinero, la tecnología es muy buena sierva, pero es muy mala padrona.
Las nuevas tecnologías son su ocupación prioritaria cuando están en grupo...
... y por separado.
En clase...
... y en el recreo.
En la estación...
...y en casa.
De pie...
... o sentados.
En el andén, esperando la llegada del metro...
...dentro del tren...
...o en la cafetería.
Una excursión a la montaña muy entretenida.
Una cena entre amigos.
Una visita al museo.
¡Ay, los cuadros de los museos! Ni las mejores obras de arte consiguen apartar las miradas de las pantallas de los teléfonos.
Una cena romántica con la pareja.
Con los primos del pueblo.
Aquí hay tres generaciones con la misma ocupación.
Los hay que consultan el teléfono incluso al volante del vehículo.
Si seguimos a este ritmo, pronto los veremos así ya en el vientre de sus madres.
Mejor tomarlo con humor, pero hemos de reconocer que el excesivo uso de las nuevas tecnologías está causando serios problemas a algunas personas, que no saben controlarse en el tiempo que dedican a estas cosas. Procuremos conservar el sentido de la moderación en esto y en todo.
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