jueves, 29 de junio de 2023

Poesía a la escultura de san Pedro del Vaticano


En la basílica de san Pedro en el Vaticano hay una preciosa escultura de bronce, que representa al apóstol san Pedro sentado en una cátedra de mármol, bajo un enorme dosel. Tiene las llaves del reino en la mano izquierda y bendice con la derecha. 

Tiene los pies desgastados, por los besos que le dan los peregrinos.

Encima del dosel hay un retrato en mosaico del papa Pío IX, porque hasta entonces ningún papa había gobernado la Iglesia más tiempo que san Pedro (25 años), pero Pío IX lo hizo durante 31 años, siendo el pontificado más largo de la historia.

El origen de la escultura es incierto, porque algunos autores afirman que es del siglo IV o V (por la calidad del fundido del bronce y el estilo, de época imperial. Incluso va vestido con el llamado "palio de los filósofos", como muchos otros retratos de la época).

Otros estudiosos afirman que es de época medieval, posiblemente realizada por Arnolfo di Cambio, copiando algún modelo paleocristiano, hoy perdido. Esta opinión es seguida por muchos, pero no se conservan otras esculturas medievales de bronce de este tamaño y calidad, por lo que resulta extraño pensar cómo conoció el autor la técnica para fundirla.

El día de la fiesta de san Pedro, es tradición vestir la escultura con antiguos hábitos pontificales, que el resto del año se guardan en el museo de la sacristía.

En 1968, Rafael Alberti le dedicó una simpática poesía, bastante irónica en su libro libro Roma, peligro para caminantes.

Di, Jesucristo, ¿por qué
me besan tanto los pies?

Soy san Pedro, aquí sentado,
en bronce inmovilizado,
no puedo mirar de lado
ni pegar un puntapié,
pues tengo los pies gastados,
como ves.

Haz un milagro, Señor.
déjame bajar al río,
volver a ser pescador,
que es lo mío.

En 1834, Giuseppe Gioacchino Belli escribió un soneto en dialecto romanesco en el que, también con ironía, pedía a una joven embarazada que, si entraba en San Pedro rezase su Padrenuestro deprisa y lejos de esa imagen, sin mirarla, porque, si no, su hijo saldría tan oscuro como ese san Pedro, "que es más negro que la tinta":
 
"E si vai a San Pietro, io te consijo
de dije a la scappona un paternostro,
a la lontana armen de mezzo mijo.
E nun guardallo mai quer brutto mostro,
ch’avessi, Iddio ne guardi, da fà un fijo
moro come che lui più de l’inchiostro".

Cuando eligieron sucesor de Pedro al papa Francisco, algunos también lo querían sentado en su pedestal y encerrado en sus aposentos, pero no lo consiguieron.

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