jueves, 18 de marzo de 2021

Santa Teresa de Jesús y san José


Esta preciosa pintura del artista colombiano del s. XVIII Joaquín Gutiérrez representa a santa Teresa de Jesús llevando a san José las almas (dibujadas como ovejas). Nótese que, detrás de la santa carmelita se puede ver en el suelo el gorro de doctora junto a un libro (aunque oficialmente la Iglesia no la reconoció como doctora hasta 1970, en las obras de arte antiguas es muy común representarla como tal). 

Del mismo autor es esta otra pintura que representa a san José protegiendo bajo su manto el monasterio que ella ha construido en su honor:


Veamos ahora un texto escrito por santa Teresa de Jesús en su Libro de la Vida (6,6-7):

Tomé por abogado y señor al glorioso san José y me encomendé mucho a él. Vi claro que este padre y señor mío me sacó con más bien del que yo le sabía pedir, tanto de esta necesidad como de otras mayores de pérdida de la honra y del alma. No me acuerdo de haberle suplicado hasta ahora algo que él haya dejado de hacerlo. 

Son asombrosas las grandes mercedes que Dios me ha hecho por medio de este bienaventurado santo y de los peligros que me ha librado, así de cuerpo como de alma.

Parece que el Señor dio gracia a otros santos para socorrer en una necesidad, pero tengo por experiencia que este glorioso santo socorre en todas. El Señor quiere darnos a entender que así como le fue sujeto en la tierra (ya que le podía mandar, porque le hizo de padre, aunque era su ayo), así en el cielo hace cuanto le pide. 

Esto también han visto por experiencia otras personas a quien yo decía que se encomendasen a él; y hay muchas que, experimentando esta verdad, empiezan a serle devotas.

Yo querría persuadir a todos para que fuesen devotos de este glorioso Santo, por la gran experiencia que tengo de los bienes que alcanza de Dios. No he conocido persona que de veras le sea devota y haga particulares servicios, que no la vea más aprovechada en la virtud; porque él ayuda en gran manera a las almas que se le encomiendan. 

Desde hace tiempo, cada año le pido una cosa el día de su fiesta, y siempre la veo cumplida. Si la petición va algo torcida, él la endereza para más bien mío.

Si yo fuera persona que tuviera autoridad de escribir, de buena gana me alargara en decir detenidamente las mercedes que este glorioso Santo ha hecho a mí y a otras personas. Solo pido por amor de Dios que lo pruebe quien no me creyere, y verá por experiencia el gran bien que es encomendarse a este glorioso Patriarca y tenerle devoción. En especial, las personas de oración siempre le deberían ser aficionadas; porque no sé cómo se puede pensar en la Reina de los ángeles en el tiempo que tanto pasó con el Niño Jesús, que no den gracias a san José por lo bien que les ayudó.

Quien no hallare maestro que le enseñe oración, tome este glorioso santo por maestro y no errará en el camino.

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