jueves, 21 de marzo de 2013

Predicando en Puerto Rico


Yo no debería moverme de casa, porque en todos mis viajes me encariño con la gente y al regreso los extraño…

Me han hablado especialmente bien de la reserva natural de El Yunque, pero dicen que la isla de Puerto Rico tiene innumerables atractivos turísticos: playas, bosques tropicales, ciudades coloniales, museos… Yo apenas he visitado el jardín botánico de Caguas y la cercana Montaña Santa. El resto del tiempo lo he dedicado a compartir la fe y la esperanza con los puertorriqueños, que es para lo que había viajado a su país.

La misión cuaresmal arquidiocesana de san Juan en el santuario de Nuestra Señora de la Divina Providencia fue algo maravilloso. Cada tarde los sacerdotes de una vicaría celebraban la misa a las 7 de la tarde, yo tenía la charla sobre el credo a las 8 y seguía un encuentro de adoración al Santísimo a las 9. Muchísima gente aprovechó para confesarse. Empezamos con algo más de 1.500 personas, pero el número fue subiendo a 2.000 y a más de 2.500 el último día.

Estos son los argumentos que hemos tratado:
- Día primero: los orígenes y contenidos del Credo, ¿en quién creemos? (los primeros minutos se pierde la visión. Comienza con la introducción del P. Marco y un canto. Yo empiezo a hablar en el minuto 8).
- Día segundo: Creo en Dios Padre Todopoderoso Creador
- Día tercero: Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica

- Día cuarto: Creo en Jesucristo, nuestro Señor
- Día quinto: Creo en el Espíritu Santo y en la vida eterna

Las mañanas las dedicaba a dar retiros a grupos concretos: un día a los sacerdotes de la diócesis, otro a los trabajadores de la administración diocesana, otro a las madres carmelitas, dos días tuve charlas en los carmelitas descalzos de Caguas, el día antes de partir estuve con las misioneras de la caridad de la Madre Teresa de Calcuta… Los días han sido intensos y han pasado rápidos. 

Ya estoy de vuelta en Roma, pero mi corazón sigue en el Caribe, en las islas Antillas, o son sus habitantes los que siguen en mi mente y en mi corazón, dificultándome concentrarme en las obligaciones de aquí.

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