lunes, 18 de octubre de 2021

El evangelio según san Lucas


En la fotografía se puede ver un cuadro de El Greco, que representa al evangelista san Lucas, cuya fiesta se celebra el 18 de octubre.

Lucas era gentil de nacimiento (es decir, no judío), de lengua griega y médico de profesión (Col 4,11-14). Se integró pronto en la comunidad cristiana de Antioquía de Siria. De hecho, se unió a Pablo desde su segundo viaje apostólico, en el año 51.

Al narrar las aventuras de san Pablo, lo hace en primera persona del plural: 
- «Procuramos pasar rápidamente a Macedonia. Zarpamos de Tróade en dirección a Samotracia...» (Hch 16,10ss).
- «Se adelantaron y nos esperaron en Tróade. Nosotros nos embarcamos en Filipos» (Hch 20,5ss).
- «Cuando nos separamos de los hermanos, nos embarcamos y fuimos derechos a Cos...» (Hch 21,1ss).
- «Cuando se decidió que nos embarcáramos para Italia...» (Hch 27,1ss). 

San Pablo recuerda que perseveró fielmente junto a él en la cárcel (2Tim 4,11, Flm 24, Col 4,14).

El evangelio según san Lucas y los Hechos de los apóstoles forman dos partes de una única obra, en la que se narra la historia y el mensaje de Jesús. En la primera parte se cuenta la vida, muerte y resurrección del Señor, su anuncio de la Buena Noticia y sus obras poderosas. La segunda se centra en la presencia del Señor en su Iglesia, que continúa su obra después de su ascensión.

Ambas van precedidas de breves prólogos, que explican la metodología seguida, el sentido del escrito y sus destinatarios, y se dedican a un tal Teófilo (algo muy común entre los griegos). 

Están escritas por un gentil y para gentiles, por lo que el autor pasa por alto las cuestiones de la Ley y tradiciones judías y pone de relieve los encuentros de Jesús con paganos y la universalidad de su llamada. 

Como Pablo, Lucas llama normalmente a Jesús «Señor» (Kyrios) y «Salvador» (Soter), acentuando la universalidad del mensaje de la salvación y la igualdad entre judíos y gentiles.

Pablo recuerda que Lucas y Marcos trabajaron juntos como colaboradores suyos. Ambos pudieron disponer de numeroso material de primera mano en sus encuentros con Pedro y los hermanos de Jerusalén y Antioquía, así como con los otros cristianos de la primera generación.

En el esquema y en las narraciones de su evangelio, Lucas sigue a Marcos, aunque corrige sus semitismos y omite sus expresiones arameas. 

En los discursos sigue de cerca a Mateo (o a una fuente común), aunque omite todos los temas que solo interesaban a los judíos. 

Además, cuenta con otras fuentes, de las que toma datos que solo él desarrolla: La importancia de las mujeres en la vida de Jesús, el amor del Señor hacia los más necesitados: pobres, viudas, enfermos, pecadores, extranjeros, excluidos (se le ha llamado el evangelio de la misericordia), la importancia capital de la oración en la vida de Cristo, la alegría que produce el encuentro con Jesús y con la salvación que él nos trae, la obra del Espíritu Santo en los creyentes, etc.

De todos los evangelistas, es el que mejor escribe en griego y el único que se esfuerza por unir la historia de Jesús con la historia civil del momento (emperadores, gobernadores), aunque demuestra conocer mal la geografía palestina. Escribió su obra en los años 80, con un esquema muy claro:

- Prólogo (1,1-4): motivos para escribir, método, destinatarios, dedicatoria.
- Presentación de Jesús (1,5-4,13): Infancia, nacimiento, actividad de Juan y de Jesús.
- Actividad de Jesús en Galilea (4,14-9,50): enseñanzas y milagros, seguimiento de los discípulos y rechazo de los maestros de la ley y fariseos.
- Viaje a Jerusalén, con una extensa catequesis sobre la vida cristiana (9,51-19,28).
- Actividad en Jerusalén, pasión, muerte y resurrección (19,29-24, 49).
- Epílogo (24,50-53): nexo de unión con los Hechos.

A pesar de su interés por el orden y por la historia, el sentido de su trabajo queda claro desde el principio: fortalecer la fe de los creyentes, por lo que subraya aquellos aspectos que le parecen más importantes e ignora los que no le parezcan comprensibles o útiles para sus destinatarios.

Lucas había sido testigo de los esfuerzos misioneros de Pablo y de los creyentes de la primera generación, del continuo rechazo y de las persecuciones por parte de los judíos y de la creciente aceptación de la Buena Nueva por parte de los paganos (como en su propio caso).

Por eso, el evangelio comienza en Jerusalén, donde se encuentra el sacerdote Zacarías. En el relato se unen el templo, el sacerdocio, las promesas, la capital del reino de David... todas las instituciones del Antiguo Testamento. Contra lo que cabría esperar, Zacarías (el viejo Israel, que tiene todo de su parte), no cree. 

Desde allí se desplaza a la Galilea de los gentiles, a una mujer joven (que parece tenerlo todo en contra), que sí cree. 

El Evangelio termina en Jerusalén, donde Jesús ha sido rechazado por los judíos y donde Jesús ordena a sus discípulos que se extiendan por todo el mundo anunciando la Buena Noticia. 

Los Hechos de los apóstoles comienzan en Jerusalén, donde los judíos persiguen a los creyentes, como antes persiguieron a Jesús y de donde parten los misioneros, portadores de la salvación hasta los confines de la tierra.

La genealogía de Jesús no se queda en Abrahán y los personajes de Israel, como en el caso de Mateo, sino que asciende hasta Adán, para indicar que Jesús es hermano de todos los hombres y trae a todos la salvación (3,23ss). 

Los ángeles anuncian un salvador a los pastores y cantan la paz para todos los hombres, a los que Dios ama (2,11ss). 

Simeón celebra a Jesús como luz de las naciones, presentado ante todos los pueblos (2,31-32). 

Desde su primera predicación, Jesús anuncia que nadie es profeta en su tierra y que los paganos acogieron mejor a los profetas de Israel que los mismos judíos (4,24ss). 

Por último, Cristo resucitado envía a los discípulos a predicar la salvación a todas las naciones (24,47). Los Hechos cuentan cómo se realiza el deseo del Señor.

Juan Bautista anunciaba la conversión y bautizaba como preparación para poder recibir el perdón (1,3). Jesús cura y perdona al paralítico (5,17-26) y anuncia que no ha venido a llamar a los justos, sino a los pecadores (5,32). Estos relatos se encuentras también en los demás evangelios, pero Lucas recoge otros que los demás no cuentan: 
- Jesús comienza su actividad predicando la misericordia de Dios, la llegada del año de gracia. (4,14ss), 
- perdona a la pecadora que mucho ha amado (7,36-50), 
- predica las parábolas de la misericordia (15), 
- llama al pecador Zaqueo (19,1-10), 
- perdona al buen ladrón en la cruz (23,35-40), 
- al morir, pide el perdón para sus verdugos (23,34) 
- envía a sus discípulos a predicar «la conversión y el perdón de los pecados» (24,47).

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