viernes, 28 de julio de 2023

El tesoro escondido. Un viaje al Amazonas


El evangelio de la misa del domingo 17 del Tiempo Ordinario, ciclo "a" (Mt 13,44-52) nos recuerda que «El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo». 

Me permito explicarlo con una parábola (un cuentecillo con moraleja), al estilo de las que usaba Jesús en sus enseñanzas. 

Un hombre viajó a la selva amazónica y regresó a su tierra sorprendido por la belleza de sus paisajes, la variedad de su flora y de su fauna, la acogida de sus gentes y el sabor de las frutas tropicales. De tal manera alabó lo que había visto, que sus amigos se decidieron a organizar una expedición, para poder contemplar tantas maravillas. Para ellos dibujó un mapa y escribió un tratado, en el que les explicaba lo que iban a encontrarse y los lugares que no debían perderse. 

Los amigos leyeron con atención el texto y estudiaron el mapa. Aprendieron tan bien todas las explicaciones, que se sintieron especialistas en el Amazonas, aunque nunca llegaron a visitarlo. De esta manera, el mapa y el libro terminaron por sustituir la experiencia del viaje.

El Amazonas es imagen del reino de Dios. Jesús es el amigo que nos ha contado su hermosura y ha dibujado para nosotros el mapa. Él nos ha dicho que el reino de Dios es como un tesoro estupendo, escondido en el campo, y que merece la pena vender todo lo que se tiene para adquirirlo (cf. Mt 13,44). Ha cantado detenidamente sus maravillas y nos ha explicado el camino. Sus enseñanzas se encuentran recogidas en los evangelios. Podemos estudiarlos y llegar a considerarnos especialistas, pero si no ponemos en práctica sus enseñanzas, si no entramos en el reino, nos sirven de poco. 

En nuestros días, tenemos acceso a multitud de libros y tratados sobre los contenidos de la fe cristiana y sobre la oración, pero no basta con aprender lo que dicen otras personas. Cada uno de nosotros está invitado a hacer su viaje personal al Amazonas, poniendo en práctica las enseñanzas de Jesús para gustar lo bueno que es el Señor (cf. Sal 34 [33],9). 

La fe no consiste solo en creer que las cosas que Jesús nos ha enseñado son verdaderas. Lo primero es confiar en su persona, relacionarnos con él, abandonarnos en sus manos, conscientes de que él es el amigo que nunca falla.

Tomado del prefacio de mi libro «La alegría de Orar. El Padre nuestro explicado con palabras sencillas», editorial Monte Carmelo, Burgos 2018, ISBN: 978-84-8353-912-5.

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