La basílica se encuentra junto al cementerio "del Verano", junto a la vía tiburtina. No es que haya un cementerio para el tiempo frío y otro para los días de calor, sino que en época republicana allí tenía su casa de campo la familia patricia senatorial "Verani". Más tarde surgió un cementerio en sus cercanías, ya que todos los enterramientos se hacían en las vías que salían de la ciudad, pero fuera de las murallas. Con el pasar del tiempo creció tanto que hoy tiene más de 80 hectáreas.
Delante de la basílica hay una enorme columna de granito rojo coronada por una escultura de bronce que representa a san Lorenzo.
Las cenizas de san Lorenzo fueron enterradas cerca del lugar de su martirio. Al inicio se hizo un sencillo memorial sobre la tumba del mártir, más tarde surgió una catacumba en torno a la misma.
Cuando acabaron las persecuciones contra los cristianos, el emperador Constantino ordenó la construcción de un templo en el siglo IV. Como quedaba fuera de las murallas de la ciudad, totalmente desprotegido, sufrió varios asaltos cuando los bárbaros invadieron el imperio romano, siendo totalmente destruido en el siglo V. Fue reedificado en el siglo VI, utilizando materiales de otros edificios públicos abandonados por entonces. El actual presbiterio, levantado respecto a la nave, es lo que queda de la basílica del siglo VI.
Los mosaicos en la parte interior del arco del presbiterio son del siglo VI. En el centro está representado Cristo, a su lado algunos santos, el papa Pelagio II (que es el que mandó realizarlos) y las ciudades de Jerusalén y Belén. Antiguamente, el altar y presbiterio estaban detrás de este arco, donde hoy se sitúa la nave del templo.
El hermoso baldaquino con cuatro columnas de pórfido es del año 1148.
El ambón y la sede, con taraceas de mármol en estilo "cosmatesco", son del año 1254.
En la Edad Media se construyó un monasterio y un nuevo templo junto a la basílica antigua. Todos los edificios fueron rodeados de murallas y torres defensivas. El claustro y el campanario son del siglo XII.
Con el pasar del tiempo, los edificios sufrieron muchas transformaciones, añadidos, reformas, etc. La más importante tuvo lugar en el siglo XIII. Se hundió el ábside de la vieja basílica y se unió con el templo nuevo. La nave de la basílica del siglo VI es el presbiterio de la actual, realzado respecto al resto del edificio. Por eso, el pórtico y los suelos son del siglo XIII. Como había sucedido antes, las columnas y otros elementos se reutilizaron de otros edificios de época clásica, que por entonces estaban abandonados y hundidos.
Desde el siglo XVI es una de las cinco basílicas patriarcales (junto a San Juan de Letrán, Santa María la Mayor, San Pedro en el Vaticano y San Pablo Extramuros) y una de las siete iglesias de peregrinación (a las anteriores hay que unir Santa Cruz de Jerusalén y San Sebastián en las catacumbas). Históricamente, esta era la iglesia asignada en Roma al patriarca latino de Jerusalén.
Durante la segunda guerra mundial fue bombardeada por los aliados, quedando casi totalmente destruida, pero posteriormente fue reconstruida usando el material original.
En su interior se conservan numerosas obras de arte desde la época imperial hasta el presente, además de las tumbas de varios santos (los principales son san Esteban y san Lorenzo), de cinco papas (san Zósimo, san Sixto III, san Hilario, Dámaso II y el beato Pío IX) y del político Alcide De Gasperi (uno de los padres de la actual Comunidad Europea, en proceso de beatificación), que pueden ver en esta foto. Es obra del artista Giacomo Manzù.
La cripta de la Inmaculada está totalmente decorada con mosaicos (paredes, suelos y techos). Allí se encuentra enterrado el beato Pío IX.
Detalle de los mosaicos de la cripta. Dentro de cada circulito hay una inscripción y un escudo de un país, de una Orden religiosa o de una ciudad. Son los que colaboraron con los gastos de la decoración.
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