Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

lunes, 8 de enero de 2018

El Tiempo Ordinario


El año litúrgico comienza con las 4 semanas de Adviento, en las que nos disponemos a acoger a Jesús que viene a salvarnos. El que vino (naciendo de la Virgen María en Belén) y vendrá (lleno de gloria al final de los tiempos) viene cada día a nuestro encuentro.

Continúa con el tiempo de Navidad, en el que profundizamos en el amor infinito de Dios, que le ha llevado a enviarnos a su propio Hijo, hecho niño para convertirnos en miembros de su familia, para hacernos partícipes de su vida.

Terminadas las fiestas de Navidad, comienza la primera parte del Tiempo Ordinario, que se prolonga hasta el Miércoles de Ceniza (que este año será el 14 de febrero).

Durante los 40 días de Cuaresma recordamos nuestro bautismo, renovamos nuestros deseos de conversión y nos preparamos para la Pascua.

En Pascua conmemoramos los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor, que continuamente renueva su "entrega" por nosotros, que camina a nuestro lado "todos los días, hasta el fin del mundo", que es nuestra fortaleza y nuestra esperanza. Los 50 días de Pascua concluyen con la celebración de Pentecostés.

Después comienza la segunda parte del Tiempo Ordinario, el período más largo del año, en el que seguimos escuchando las enseñanzas de Jesús, imitando sus ejemplos, viviendo se su vida.

A lo largo del Tiempo Ordinario tomamos conciencia de la presencia del Señor en nuestro caminar de cada día, en la vida cotidiana, en los trabajos y gozos, sufrimientos y esperanzas de cada uno de nosotros.

Jesús, ayer y hoy, principio y fin, alfa y omega, suyo es el tiempo y la eternidad, a él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.

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