Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

domingo, 12 de junio de 2016

Se le ha perdonado mucho porque ha amado mucho


Hoy es el domingo 11 del Tiempo Ordinario. Este año es el "ciclo c", por lo que normalmente los domingos leemos el evangelio según san Lucas. Hoy toca la escena de la pecadora que ungió los pies de Jesús con perfume y con sus lágrimas.

El fariseo Simón ve con malos ojos la escena, pero Jesús afirma: «Sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor».

Ante las palabras de Jesús, la gente se pregunta: «¿Quién es este, que hasta perdona pecados?»

Esta es la pregunta esencial del evangelio y de toda la historia: ¿Quién es Jesús, que consuela a los tristes, sana a los enfermos, resucita los muertos y perdona los pecados?

No se trata de mera curiosidad, ya que la respuesta que demos a esta pregunta determinará toda nuestra vida.

Si Jesús es solo un profeta más entre otros, un predicador de ideas humanas, un producto que podemos adquirir o rechazar en el gran supermercado de las religiones, no afectará realmente a nuestras vidas.

Pero si Jesús es el Hijo de Dios hecho hombre para nuestra salvación, si es Dios-con-nosotros, si es la imagen visible del Dios invisible, el sentido de nuestra vida está en la relación que tenemos con él.

Quienes hemos aceptado la segunda opción (que Jesús es el único salvador posible ayer, hoy y siempre) comprendemos muy bien la actitud de la mujer que derrama sus lágrimas y sus perfumes a los pies de Jesús, que le besa y que solo espera en su misericordia.

Esta mujer llora de dolor por sus pecados y llora de agradecimiento por el perdón de Jesús. 

En ella nos vemos reflejados los creyentes y con ella queremos llorar de arrepentimiento por nuestras faltas y de gozo por la misericordia de Jesús, que supera todo lo que podemos decir e incluso imaginar.

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