Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

jueves, 30 de junio de 2016

recordando mi visita a Venezuela


Durante el mes de junio he gozado en Venezuela de varios encuentros con religiosos y religiosas carmelitas (ocd y de la antigua observancia), sacerdotes y seminaristas, así como con grupos laicales de distinto tipo. He visitado Caracas, Barquisimeto, Mérida y San Cristóbal.

Algunas actividades fueron multitudinarias (como el acto en el teatro de Barquisimeto, con unas 700 personas) y otras han sido reducidas (con los frailes de la delegación, las monjas de los monasterios o pequeños grupos de reflexión).

Hemos tenido ocasión de hablar de teología y espiritualidad, de historia de la vida consagrada, de temas bíblicos y litúrgicos, de la doctrina de los santos del Carmelo y de ecología... He encontrado un pueblo sediento de Dios y deseoso de crecer en su amistad y de servirle con corazón sincero.

Vengo emocionado de compartir la fe con personas llenas de Dios, que no se dejan robar la esperanza y "hacen de la necesidad virtud", como dice santa Teresa de Jesús.

La situación social es muy difícil, la escasez de alimentos, medicinas y otros productos básicos está causando estragos en la población, la inseguridad y violencia en las calles ha alcanzado límites inimaginables... a pesar de todo hay cristianos que viven su fe en ese ambiente concreto, sin permitir que las circunstancias exteriores les roben totalmente la paz.

Durante los últimos años el gobierno ha nacionalizado numerosas empresas y haciendas. Por todos los sitios se ven carteles que cantan los logros del "socialismo del siglo XXI" con eslóganes del tipo: "Latifundio expropiado a los capitalistas", "Empresa expropiada a los burgueses", "Fábrica nacionalizada", etc. Muchas veces acompañados de invitaciones a usar la violencia: "Demos muerte a los capitalistas", "Guerra al imperialismo", "Acabemos con todos los burgueses", etc.

El problema es que las empresas y tierras nacionalizadas hoy no producen nada y están cerradas en su mayoría, con las infraestructuras abandonadas y muchas veces totalmente destrozadas. Los productos que comercializaban no se encuentran por ningún sitio y la gente que trabajaba en ellas se encuentra sin trabajo.

Se supone que para ahorrar energía los funcionarios públicos solo acuden a su trabajo dos medias jornadas a la semana, lo que ha llevado a que la administración esté colapsada y los funcionarios se hayan buscado otros trabajos en las horas libres, ya que un sueldo no es suficiente para sobrevivir.

Las escuelas solo abren de lunes a jueves, por lo que los padres no saben con quién dejar a sus hijos pequeños, que pasan mucho tiempo solos o en compañías peligrosas en las calles. 

Además, como los adultos pasan casi todo el día y muchas noches haciendo colas para adquirir los productos básicos, las relaciones familiares y sociales se han deteriorado hasta puntos inimaginables.

Yo mismo he tenido que hacer colas en los pocos momentos que no tenía charlas u otras actividades, ya que solo venden dos panecillos a cada persona que está en la fila, independientemente de las personas que componen el núcleo familiar. Incluso para comprar muchos productos básicos exigen la cédula de identidad y cada día venden solo a aquellos cuyo número termina en 1 o en 2 o en cualquier otro, por lo que no puedes comprarlos cuando quieres tú, sino el día que te toque, según tu número de cédula. Es absurdo, pero así están las cosas.

No soy un analista político, pero el fracaso del sistema de gobierno local es evidente. Todos los que pueden emigran a otros países y los que quedan encuentran dificultades para sobrevivir, con una gran parte de la población que solo puede hacer una comida al día.

Mientras estaba allí salió un artículo en el portal "Religión Digital" firmado por unas supuestas "Hermanas del Sagrado Corazón" en el que defendían al chavismo y culpaban de todos los males a los empresarios y a los capitalistas que quieren derrocar al gobierno.

Al día siguiente la conferencia episcopal venezolana y la asociación de religiosos del país publicaron una nota en la que afirmaban que tal congregación no existe en Venezuela y que la carta era totalmente falsa. Por desgracia, en el medio que la publicó no hicieron ninguna rectificación ni aclararon la verdad.

Ahora me encuentro en la República Dominicana, donde permaneceré una semana antes de regresar a España. Mi corazón está lleno de dolor por las experiencias que he vivido, así como de admiración por las personas estupendas que he encontrado.

Pido al Señor que conceda a Venezuela y al mundo entero una paz justa y duradera, que tenga piedad de su pueblo y suscite personas buenas que puedan ayudar a los demás a superar las dificultades.






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