Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

jueves, 14 de abril de 2016

"La alegría del amor". Exhortación apostólica sobre la familia


Finalmente se ha publicado la exhortación apostólica del papa Francisco sobre la familia. Pienso que el título es muy acertado: "La alegría del amor" y nos introduce de manera positiva en un documento sobre el amor conyugal y familiar, que es una "buena noticia" para el mundo.

No soy quién para juzgar al papa, pero me atrevo a compartir algunos elementos que veo positivos y otros que considero negativos en este documento.

Quienes siguen mi blog saben que doy muchas gracias a Dios por la sencillez y espontaneidad de este papa, así como por sus enseñanzas, que van a lo esencial del evangelio y no se pierden por las ramas.

Así que el hecho de que me atreva a destacar algún elemento que no me gusta de este documento no quita nada a mi admiración y respeto por su persona y su ministerio.

Empiezo por los puntos negativos, de los que tres son "muy negativos" y otros solo "algo negativos". Los "muy negativos" son los siguientes:
1- es un texto largo.
2- es un texto muy largo.
3- es un texto demasiado largo.

Estamos hablando de 250 páginas, que recogen 9 capítulos divididos en 325 puntos con 391 notas a pie de página, lo que hace que el documento sea muy pesado, porque quiere tratarlo todo, como si fuera una enciclopedia sobre el argumento: la relación entre los esposos, la celebración litúrgica del matrimonio, el embarazo, los métodos anticonceptivos, las adopciones, la relación con los hijos, con los suegros y los parientes, el trato a los ancianos, la violencia contra las mujeres, la homosexualidad, la educación sexual, la formación psicoafectiva de los seminaristas, los cursillos prematrimoniales, la muerte de los seres queridos...

Pienso que son demasiados argumentos para un documento del género y que desvían la atención del contenido principal, que es el que se anuncia en el título: "La alegría del amor" en la familia.

El papa es consciente de esto. Por eso, avisa: "No recomiendo una lectura general apresurada. Podrá ser mejor aprovechada, tanto por las familias como por los agentes de pastoral familiar, si la profundizan pacientemente parte por parte o si buscan en ella lo que puedan necesitar en cada circunstancia concreta" (n. 7).

Respecto a las familias divididas y el acceso a la comunión de quienes se encuentran en situaciones llamadas "irregulares", me parece tremendo que estamos ante un tema del que se lleva hablando muchos años (Benedicto XVI dijo en varias ocasiones que había que buscar soluciones nuevas, porque las respuestas antiguas ya no servían), que se han necesitado dos asambleas sinodales, que se ha tardado un año más en redactar el documento... y después de todo no se da una respuesta clara.

Es verdad que se abre una puerta nueva (el estudio atento de cada caso y la atención a la conciencia personal), pero se presenta de tal manera que quienes no quieren cruzarla ni que los otros la crucen pueden justificar sus decisiones con el texto en la mano (aunque sea forzándolo un poco).

Dejo de lado otros puntos que considero "algo negativos", que no son muy importantes y subrayo algunos que considero positivos. Para no alargarme, me centraré solo en dos que considero "muy positivos".

Me parece de una importancia radical la siguiente afirmación que hace el papa Francisco: "Quiero reafirmar que no todas las discusiones doctrinales, morales o pastorales deben ser resueltas con intervenciones magisteriales. Naturalmente, en la Iglesia es necesaria una unidad de doctrina y de praxis, pero ello no impide que subsistan diferentes maneras de interpretar algunos aspectos de la doctrina o algunas consecuencias que se derivan de ella" (n. 3).

Aquí veo un cambio de actitud respecto a los últimos siglos de nuestra historia. No se trata solo de este argumento concreto (la familia), sino de una manera de situarse ante el mundo. En un documento oficial, el papa admite que hay que respetar las distintas sensibilidades y que no todo se arregla con una definición. No sé si somos conscientes de las consecuencias de este párrafo para el diálogo ecuménico y otros temas doctrinales y de disciplina eclesial.

En la misma línea que la afirmación anterior, se sitúa la siguiente, que considero la principal del texto a efectos prácticos: "Puede comprenderse que no debía esperarse del Sínodo o de esta Exhortación una nueva normativa general de tipo canónica, aplicable a todos los casos. Solo cabe un nuevo aliento a un responsable discernimiento personal y pastoral de los casos particulares, que debería reconocer que, puesto que el grado de responsabilidad no es igual en todos los casos, las consecuencias o efectos de una norma no necesariamente deben ser siempre las mismas" (n. 300).

La Iglesia está presente en el mundo entero y las situaciones concretas de cada lugar y de cada persona exigen una respuesta personal, por lo que las normas generales deben buscar la manera de adaptarse a las circunstancias particulares. Por eso, "las consecuencias o efectos de una norma no necesariamente deben ser siempre las mismas".

Esto no significa que cada uno puede hacer lo que le dé la gana, sino que se necesita paciencia y discernimiento para encarnar el ideal del evangelio en cada contexto. Lo mismo por lo que se refiere a la legislación canónica.

San Juan de la Cruz resume la vida cristiana en "Hacer lo que haría Cristo si tuviera mi edad, mi condición y se encontrara en la circunstancia en la que yo me encuentro". La respuesta no puede ser la misma para todos, porque cada persona es distinta y sus circunstancias, también.

El texto del papa es claro: no debemos condenar a nadie y la Iglesia debe acompañar a cada persona para que haga un discernimiento sincero, en conciencia, de su situación personal. A la hora de aplicar las normas generales hay que tener en cuenta las situaciones particulares.

Sin embargo, nuestras lecturas e interpretaciones a veces están marcadas por nuestros prejuicios personales, por lo que se pueden decir cosas contrarias entre sí sobre este texto.

De hecho, los conservadores afirman: "No hay ninguna afirmación clara del papa que indique un cambio de la disciplina, la cual por tanto sigue en vigor". 

Por su parte, los progresistas afirman: "Francisco abre la puerta a terminar con la intransigencia pastoral".

Ambos llevan razón: es verdad que el papa no ha cambiado la disciplina general, pero también es verdad que hay que aplicarla de una manera nueva, estudiando cada caso y adaptándola a su situación concreta. Según la sensibilidad de cada uno, se subraya la primera o la segunda parte de esta afirmación.

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