Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

lunes, 3 de agosto de 2015

saludos desde el Desierto de las Palmas


Una vez más me encuentro en este precioso convento carmelitano rodeado de montañas junto al mar Mediterráneo, en el término municipal de Benicásim, cerca de Valencia. He hablado muchas veces de este lugar y he recogido fotos de los edificios, de los jardines y de los montes (aquí se pueden consultar las entradas). Quienes lo han visitado saben que aquí todo ayuda a estar cerca de Dios: los edificios, la naturaleza, el panteón de los mártires, las tres comunidades religiosas que lo habitan (frailes carmelitas descalzos en el monasterio, carmelitas misioneras en la casa de oración y carmelitas misioneras teresianas en la casa de espiritualidad), etc.

Comenzamos el día alabando al Señor. Antes de desayunar  de hacer otra actividad, nos encontramos en la capilla para alabar al Señor, para recordar en su presencia que lo necesitamos más que ninguna otra cosa.

Después tenemos varios encuentros de reflexión bíblica para conocer mejor el mensaje de la salvación, ya que estamos convencidos de que «todo cuanto fue escrito en el pasado se escribió para enseñanza nuestra, para que con la paciencia y el consuelo que dan las Escrituras mantengamos la esperanza» (Rom 15,4).

A mediodía celebramos la eucaristía, muy sencilla y muy participada, con el deseo de alimentarnos con la Palabra de Cristo y con su Cuerpo y su Sangre. Él es nuestro alimento, nuestra fortaleza y nuestra esperanza.

Al anochecer nos reunimos para un encuentro de adoración en la presencia de Jesús Sacramentado. Rezamos salmos, cantamos, elevamos ante el Señor plegarias espontáneas, gozamos de momentos de silencio...

Así alternamos momentos de oración con momentos de reflexión, de descanso y de convivencia fraterna, viviendo unos días de gracia en la paz del Señor, con la esperanza de llenarnos de la fuerza del Espíritu Santo para regresar después con nuevas energías a nuestras actividades cotidianas.

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