Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

viernes, 11 de agosto de 2023

Toledo, ciudad imperial, ciudad carmelitana


Toledo es una ciudad patrimonio de la humanidad, bañada por el río Tajo, considerada por muchos como la más hermosa del mundo, llena de iglesias, monasterios, hospitales y palacios, que conserva todo el casco histórico perfectamente conservado. También su catedral es considerada la más completa y rica en obras de arte del mundo. Está situada a 516 metros de altura sobre el nivel del mar y cuenta con 85.000 habitantes (aunque el núcleo histórico está casi despoblado). 

En su honor, llevan el nombre de Toledo doce ciudades extranjeras, cinco en Estados Unidos y una en cada uno de estos países: Canadá, Belice, Brasil, Portugal, Colombia, Filipinas y Uruguay.

La leyenda local afirma que la ciudad fue fundada por Hércules. Unos aljibes de época romana son llamados precisamente «las cuevas de Hércules». Conserva restos de asentamientos desde hace unos 5000 años. En el siglo VI a. C. fue un importante centro carpetano, conquistado por los romanos el 193 a. C. y por los alanos el 411 de nuestra era.

A partir del 418 fue la capital y principal sede eclesiástica del reino visigodo, con unos 10.000 habitantes (una de las ciudades más pobladas de la época). Allí se tuvieron 12 importantes concilios de las iglesias de la península ibérica, de carácter religioso y político, con presencia de los obispos y de los nobles. Para recordarlo, hay un museo de los concilios y la cultura visigoda en la iglesia de san Román, en la parte alta de la ciudad. En el siglo VII, san Ildefonso de Toledo (el último Padre de la Iglesia occidental) escribió importantes tratados.

Los musulmanes la invadieron el año 711 y permanecieron como dueños de la ciudad hasta la reconquista en 1085. La «escuela de traductores de Toledo», que creó Alfonso X el Sabio, fue uno de los principales centros culturales de Europa en los siglos XII y XIII. De esa época, la ciudad conserva importantes restos árabes (como la antigua mezquita del Cristo de la Luz, del año 980) y judíos (como las antiguas sinagogas de Santa María la Blanca, del año 1180, y la del Tránsito, del año 1355). El arte oriental islámico y judío se sintetiza en el mudéjar, tan presente en la ciudad, en el que abundan los arcos de herradura y los polilobulados fabricados con ladrillos, muchas veces enmarcados en un alfiz ricamente decorado en su interior.

El monasterio franciscano de San Juan de los Reyes, que Isabel la Católica mandó edificar para celebrar sus victorias y como panteón real, es posiblemente el mejor ejemplo del gótico isabelino, con profusa decoración en la iglesia y el claustro principal, que se concluyeron en 1476, mientras que las obras del resto del edificio se prolongaron hasta 1496.

Es conocida como la «ciudad imperial», ya que fue la sede de gobierno del emperador Carlos I de España y V de Alemania. En el siglo XVI tenía unos 60.000 habitantes.

La «puerta de Bisagra», de origen medieval aunque ampliada en estilo renacentista en 1550, es la entrada principal a Toledo. Desde allí suben estrechas calles a los distintos barrios. Todos los caminos de la ciudad desembocan en la plaza de Zocodover, que en otro tiempo fue la plaza mayor de la ciudad, en la que tenían lugar los mercados, las procesiones, las ejecuciones públicas y todo tipo de manifestaciones públicas.

Los dos edificios más significativos siguen siendo la catedral y el alcázar (que el emperador Carlos V encargó a Covarrubias y continuó Juan de Herrera en tiempo de su hijo Felipe II, que alberga el museo del ejército), sedes del poder espiritual y del terrenal.

En el lugar donde se levantaba la antigua catedral católica, después arriana y a partir del 587 de nuevo católica, se edificó la mezquita mayor en el siglo VIII y en 1087 se consagró el edificio al culto católico. Más tarde, se construyó la actual catedral, cuyas obras comenzaron en 1226 y se prolongaron durante siglos. El edificio actual mide 120 m. de largo por 59 de ancho y tiene cinco naves, más crucero y doble girola.

La fachada principal tiene tres puertas: la del juicio final a la derecha, la del perdón en el centro y la del infierno a la izquierda. Los batientes de las puertas centrales del siglo XIV y la estructura siguen siendo elementos góticos originales, pero todas las fachadas fueron transformadas en el siglo XVIII, protegiendo las archivoltas y esculturas (que se estaban deteriorando) con estructuras de piedra, tímpanos y decoraciones de la época. La puerta del reloj es del siglo XIV, la de los leones es de los siglos XV y XVI, con uno de los mejores conjuntos de estatuas hispano flamencas. La puerta llana es neoclásica, se hizo sin escalones para que puedan salir las carrozas en las procesiones. Hay otras puertas y accesos de menor importancia.

El retablo mayor, de estilo gótico florido, se realizó entre 1497 y 1504 y en él trabajaron los mejores escultores del momento: Francisco de Amberes, Juan de Borgoña, Rodrigo Alemán, Felipe Vigarny, Diego Copín de Holanda, el francés Petit Joan y otros. A la izquierda está el sepulcro del cardenal Mendoza, la primera obra funeraria renacentista en España, a modo de los arcos de triunfo romanos.

En la capilla de los reyes viejos hay enterrados varios de los siglos XII y XIII. En la capilla de los reyes nuevos están los de la dinastía Trastámara de los siglos XIV y XV. La capilla mozárabe fue mandada construir por el cardenal Cisneros. La cúpula es obra de Jorge Manuel Theotocópuli, el hijo de El Greco. El trasparente del trasaltar es una admirable obra barroca. El resto de las capillas, así como las sacristías y demás espacios catedralicios, reúnen una de las mejores colecciones de obras de arte medieval, renacentista y barroco de cuantas se conservan en el mundo entero.

Son incontables las pinturas y obras literarias en las que aparece la ciudad. En Toledo nació y está enterrado Garcilaso de la Vega, reconocido como «el príncipe de los poetas castellanos», que escribió en una égloga:

Cerca del Tajo, en soledad amena,
de verdes sauces hay una espesura
toda de hiedra revestida y llena,
que por el tronco va hasta el altura
y así la teje arriba y encadena
que el sol no halla paso a la verdura;
el agua baña el prado con sonido,
alegrando la vista y el oído…

Muchos textos y referencias dedicó Lope de Vega a la ciudad:

Al fin Toledo insigne, ínclita, fuerte,
Toledo la Imperial, la ciudad noble,
la cabeza de España, aquella antigua
famosa corte de los reyes godos
que, como el corazón es en el cuerpo
el centro y el principio de la vida,
así es Toledo corazón de España.

Santa Teresa de Jesús fundó en la ciudad y escribió en ella Las Moradas. San Juan de la Cruz estuvo allí encerrado en una cárcel conventual durante nueve meses.

Miguel de Cervantes escribió sobre esta ciudad: «¡Oh peñascosa pesadumbre, gloria de España y luz de sus ciudades, en cuyo seno han estado guardadas por infinitos siglos las reliquias de los valientes godos para volver a resucitar su muerta gloria y a ser claro espejo y depósito de católicas ceremonias! ¡Salve, pues, oh ciudad santa, y da lugar que en ti le tengan estos que venimos a verte!»

En las afueras de Toledo, el internacionalmente premiado parque histórico francés «Puy du Fou» (ganador dos veces del premio al mejor parque de atracciones del mundo) abrió en 2019 su primera sucursal fuera de Francia, en la que desarrolla grandes espectáculos relacionados con la historia de España, como «el sueño de Toledo» (ganador del premio al mejor espectáculo de Europa en 2021) y «el último cantar» (ganador del premio al mejor espectáculo del mundo en 2022). En sus treinta hectáreas con cuatro poblados históricos, además de los espectáculos diurnos y nocturnos (acompañados por un gran despliegue de luz y sonido), hay restaurantes, talleres, recreaciones históricas, zonas de descanso y un largo etcétera.

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