Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

martes, 21 de abril de 2015

Mi encuentro con Teresa, la de Jesús


Estamos celebramos el V Centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús y, aunque de ella podemos hablar mucho, quiero escribir de mi encuentro con ella.


Para un cubano nacido en la década de los años 80, no iba a ser fácil encontrarse con Teresa de Jesús. Sin embargo, en medio de los mítines, marchas de todo el pueblo, domingos de la defensa y simulacros de ataques aéreos y químicos, andaba el Señor.

Un primer momento de esta amistad teresiana, surgió a través de las imágenes fotográficas que mi párroco, Carlos de Jesús Céspedes Serrano, me compartió de su viaje a Ávila. Eran unas cuantas fotos del convento teresiano: la cocina, la celda. En aquella ocasión hubo un libro con muchas fotos sobre el contexto teresiano de ayer y hoy. Sin embargo, aquellas imágenes me enamoraron de Teresa la de Jesús.

A Santa Teresa se le encuentra a través de los libros y quizás por eso, la encontré de la mano de otra conversa, Edith Stein. La discípula me llevó a la maestra, y así su búsqueda de la verdad en una noche me hizo descubrir a una buscadora incansable de verdades. 


Eran ya avanzados los años 90. La lectura de la conversión de la Dra. Stein, me hizo leer a Teresa. Vino a pequeños bocados, como si necesitara tiempo para poder disfrutarla; primero, fue a través de textos breves y rítmicos, sus Poesías: Vivo sin vivir en mí, Nada te turbe... Después, a través de la literatura cubana, fui identificando rasgos teresianos en las yemitas de Fina García Marruz, y en la poesía de Dulce María Loynaz; el encuentro con sus discípulas, Ana de San Bartolomé, San Juan de la Cruz, Santa Teresita del Niño Jesús, para finalmente, poder leer a Santa Teresa en los años universitarios.

En esa época escribí un ensayo largo sobre Teresa y su devoción a san José, que terminé quemando por no ser importante. Hacía un análisis in crescendo de su devoción a través de sus escritos.

Me hallaba yo en el último año del postulantado lasallista, cuando mi director en ese año me tendió sin aspavientos un ejemplar de Las Moradas. En aquella casa debe quedar un ejemplar subrayado una y otra vez, que durante aquel año me acompaño como lectura espiritual y tema de entrevistas quincenales antes de hablar de mi vida en comunidad.

Sin ser experto en Teresa, en el noviciado pude disfrutar largamente de su influencia en la escuela de espiritualidad francesa: Bèrulle, Sales, La Salle. Intencionalmente me daban los temas relacionados con ella para desarrollarlo en las conferencias sobre lasallismo. Algún material digital tuvo que quedar de esa época en que Teresa, como maestra espiritual, me ayudaba a rezar.

Hoy, Teresa me sigue cautivando, cada nuevo libro que se escribe sobre ella nos acerca más a su vida y su contexto, para mí, una lección es causa de su magisterio: “entre los pucheros anda Dios”. 

Buscando la verdad, la encontré a ella, que con tan pocas palabras, me ha mostrado la cercanía de un Dios que como decía Sartre: “se parece a mí”.

Escrito por Manuel Bonet y publicado originalmente aquí.

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