Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

viernes, 6 de marzo de 2015

Teresa de Jesús, mujer consciente y reivindicativa


Como el próximo 8 de marzo se celebra el día internacional de la mujer, creo que puede ser interesante prepararnos reflexionando sobre la situación de sumisión en que se encontraban las mujeres en el s. XVI y sobre la respuesta que Teresa de Ávila dio a esa realidad.

Adelantándose a los tiempos, Teresa reivindicó con fuerza la posibilidad de que las mujeres pudieran formarse y decidir por sí mismas, sin estar sometidas a la tutela de los varones. Esto le causó muchas dificultades, a las que ella hizo frente con decisión.

En ese campo es un modelo para nuestra sociedad, que tanto tiene que avanzar todavía para poder ofrecer iguales oportunidades a cada persona a fin de que esta pueda desarrollar sus capacidades y decidir autónomamente, independientemente de su sexo, de su raza o de otras condiciones sociales o económicas.

La globalización de la información a la que nos tiene acostumbrados Internet nos permite conocer que en nuestros días las mujeres tienen prohibido conducir un vehículo en algunos países, y que en otros tienen vetado el acceso a la cultura, e incluso que no pueden salir a la calle sin la compañía de un varón.

Hay imágenes que nos hieren porque nos hacen tomar conciencia de que ser mujer significa una condena en algunas regiones del planeta; por ejemplo: las mujeres afganas obligadas a cubrirse totalmente con los burkas, pero aún más las niñas sometidas a mutilación genital en el norte de África, las mujeres lapidadas por adúlteras en diversos países de Oriente Medio y los feminicidios extendidos en muchas regiones del planeta.

Pero no todos tienen la sensibilidad necesaria para darse cuenta de la gravedad de estos comportamientos.

Hay quienes los ven normales e incluso quienes los justifican como manifestaciones de una cultura determinada.

Y no debemos olvidar que la situación del sexo femenino no ha sido muy distinta entre nosotros en otros tiempos y que todavía falta mucho para que se dé una igualdad real de derechos en la sociedad y en la Iglesia.

Si nosotros hemos llegado a comprender que estas cosas no son normales, a pesar de que sean habituales en algunos sitios, es gracias a la reflexión que muchas mujeres han realizado y a su lucha para conseguir una igualdad de oportunidades con respecto a los varones que la sociedad les negaba.

Entre ellas, Teresa de Jesús ocupa un lugar especial, sea por la profundidad de su mensaje, sea por lo temprano del mismo.

En su época, la mujer casi era considerada como un objeto, siempre bajo la tutela del padre, del esposo o de los hijos varones. Sus funciones se reducían a ordenar el trabajo doméstico, perpetuar la especie y satisfacer los impulsos sexuales de su marido, a cuyo arbitrio se encontraba sometida.

La misma Teresa, al contar la historia de la fundadora del monasterio de Alba de Tormes, dice que al nacer estuvo a punto de morir porque fue abandonada por sus padres y familiares, que no le ofrecieron alimentos ni otros cuidados solo porque era una niña.

Y añade: «Pues habiendo ya tenido cuatro hijas, cuando vino a nacer Teresa de Layz, dio mucha pena a sus padres de ver que también era hija. Cosa cierto mucho para llorar que, sin entender los mortales lo que les está mejor, como los que del todo ignoran los juicios de Dios, no sabiendo los grandes bienes que puede venir de las hijas ni los grandes males de los hijos, no parece que quieren dejar al que todo lo entiende y los cría, sino que se matan por lo que se habían de alegrar» (F 20,3).

En un mundo dominado por hombres, Teresa defendió el derecho de las mujeres a estudiar y a decidir por sí mismas, creando espacios en los que podían ser autónomas y autogestionarse.

Ella estaba convencida de que una mujer tiene las mismas capacidades que un hombre y sabía que solo las puede desarrollar si le permiten formarse; por eso insiste tanto en el acceso de sus monjas a los libros y a las letras.

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