Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

miércoles, 16 de octubre de 2013

Entrevista sobre el año de la fe (1)


El P. Fernando Domingo, fundador de la revista Orar y su director durante 30 años, aunque ya se despide de este cargo, me ha hecho una entrevista sobre el año de la fe que aparece publicada en el último número de la revista (el 241). Agradezco la elogiosa introducción que me ha dedicado, aunque la omito en esta sede. Como la entrevista es muy larga, la divido en tres partes de cinco preguntas cada una, que publicaré hoy, mañana y pasado.

1. Uno de los problemas, a mi juicio, al hablar de nuestra fe, consiste en concretar ¿de qué Dios hablamos? ¿No le parece que cada cual nos lo hacemos a “nuestra imagen y semejanza”?

Es cierto que mientras algunas personas se dedican a servir a los más pobres en el nombre de Dios, otras organizan guerras y atentados también en el nombre de Dios. Hay quienes, en el nombre de Dios, se consagran al servicio de las mujeres más desfavorecidas, pero también hay quienes no las permiten estudiar y les practican la ablación del clítoris en el nombre de Dios.

Los cristianos no podemos hacer referencia a un Dios en abstracto, sin rostro ni figura, sino al Dios que se ha manifestado en Jesús de Nazaret: vivo y amigo de la vida, misericordioso, amante de los hombres, especialmente de los más débiles.

2. Hemos leído y oído muchas veces que creer consiste, antes que en aceptar un conjunto de dogmas y principios morales, en dejarnos seducir por Dios y poner en Él nuestro corazón, ¿qué significa esta afirmación?

San Juan de la Cruz tenía muy claro que el inicio de la vida espiritual no consiste en practicar unas normas morales ni en aprender unas fórmulas de oración. En el prólogo del Cántico Espiritual dice que uno empieza a ser verdaderamente cristiano cuando “cae en la cuenta” de que Dios lo ha criado por amor, lo ha redimido por amor y lo ha rodeado de mil manifestaciones de su amor antes incluso de su nacimiento. 


Todos conocemos la famosa afirmación del teólogo Karl Rahner: “el cristiano del s. XXI será místico o no será cristiano”. De eso se trata: de hacer experiencia del amor de Dios, que se ha manifestado y se manifiesta en Jesús de Nazaret. El cristianismo es, ante todo, una relación de amor con Cristo.

3. ¿Por qué entonces damos tanta importancia al “Credo”, que se reduce a la enumeración de un conjunto de verdades, y para nada figuran en él, por ejemplo, el espíritu del “Padre nuestro” o de las “Bienaventuranzas”?

La importancia del Credo proviene de que surgió en la Iglesia primitiva unido al rito del bautismo. A quien quería ser bautizado, después de formarle en los contenidos de la doctrina cristiana, se le hacían estas tres preguntas: «¿Crees en Dios, que es Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra?», «¿Crees en Jesucristo, Hijo de Dios, que se encarnó en el vientre de la Virgen María, murió por nuestros pecados, resucitó de entre los muertos y volverá con poder y gloria para juzgar a los vivos y a los muertos?», «¿Crees en el Espíritu Santo, que actúa en los sacramentos de la santa Iglesia Católica y un día nos resucitará de la muerte?».

En adelante, cuando los cristianos querían proclamar su fe solo tenían que recordar lo que habían confesado en su bautismo. Allí, en pocas palabras, están resumidos los principales contenidos de la doctrina cristiana. Pero no debemos olvidar que, al hacer referencia al contexto bautismal, es una perenne llamada a la conversión, a abandonar las falsas confianzas y a construir la propia existencia sobre el único cimiento estable: Dios Trinidad.

4. A la hora de aceptar comportamientos o propuestas, siempre fue muy importante tener lo que conocemos como “criterios de discernimiento”. Usted que tanto conoce de esto, ¿podría diseñarnos una especie de “retrato robot” del “cristiano creíble” de hoy, tanto a nivel personal como social? Me refiero a un conjunto de actitudes, valores, virtudes, etc., que debiera visibilizar.

Yo creo que los “criterios de discernimiento” para un “cristiano creíble” hoy son los mismos de ayer y de siempre. Jesús atacaba el fariseísmo, la actitud de sentirse mejor que los demás por hacer determinadas cosas, aunque fueran buenas. No se trata de hacer unas cosas u otras, sino de sabernos pequeños ante Dios, siempre necesitados de su misericordia y de intentar parecernos a Cristo, “que no vino a ser servido, sino a servir”. Digo que tenemos que “intentarlo”, lo que no significa que lo consigamos siempre…

5. ¿Y se puede hacer también un “retrato” aplicado a una Iglesia “creíble”, bien a nivel de Iglesia-institución, como al de la jerarquía, los consagrados y los laicos?


Pienso que el programa es el mismo para cada creyente y para la comunidad de los cristianos, que es la Iglesia: Ante Dios, todos (individuos e instituciones) somos poca cosa, por lo que no debemos darnos demasiada importancia. Todos necesitamos de la misericordia del Señor, que no la niega nunca a quienes se la solicitan. La Iglesia está llamada a testimoniar ante el mundo que el amor de Dios es más grande que los pecados de los hombres, por lo que siempre hay una posibilidad de redención para cada individuo y para la sociedad. 

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