Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

domingo, 10 de febrero de 2013

Predicando en la República Dominicana


Acabo de regresar de un viaje a la República Dominicana y a Cuba. Llegué a Santo Domingo el viernes 18 de enero a las 11 de la noche, así que no vi nada de la ciudad ni del convento, aparte de la capilla y la cocina, aunque sí percibí inmediatamente la diferencia de temperatura. 

El sábado 19 recé el oficio de lectura a las 6 de la mañana con mis frailes. Después de la oración de la mañana fui con el P. Ariadys a una capilla que la fraternidad del Carmelo Seglar tiene cerca de la parroquia. A las 7,30 tuvimos laudes, misa y desayuno. Después nos desplazamos al monasterio de las carmelitas descalzas, a una hora y media de la capital. Así, el primer día encontré a los frailes, seglares y monjas de mi familia carmelitana. Más tarde encontré también a las carmelitas misioneras y a las carmelitas de san José, así como a otros seglares unidos al Carmelo por vínculos distintos de los del Carmelo seglar. 

No había estado nunca en la República Dominicana ni conocía a las personas que encontré, pero me sentí en casa desde el primer momento, contento de encontrar a tantos miembros de mi familia espiritual.

Los días siguientes celebré misas y confesiones, tuve encuentros de oración, visité en dos ocasiones el seminario de los carmelitas descalzos del vicariato del caribe, conocí a los miembros de la comunidad carismática Siervos de Cristo Vivo, fundada por el P. Emiliano Tardif, visité la primera casa que fundó y la escuela de evangelización que conserva sus restos, leí un libro suyo que me regalaron (Jesús está vivo) y otro sobre él, escrito por una colaboradora cercana (Maria A. Sangiovanni. Emiliano Tardif, un hombre de Dios), amplié los apuntes sobre el Credo que he usado en varias conferencias durante este año y los llevé a la imprenta para publicar un librito sobre el argumento, traduje del italiano al español unos apuntes que había preparado sobre el Castillo Interior de santa Teresa de Jesús y, sobre todo, di un cursillo sobre el Castillo Interior o las Moradas en la parroquia de san Judas Tadeo, que gestionan los carmelitas descalzos de Santo Domingo. Empezamos con unas trescientas personas y terminamos con más de quinientas. 

Hablamos del contexto histórico en el que santa Teresa escribió su obra cumbre, de su deseo de escribir un tratado de oración y de los recursos que usa para que los censores no se la condenen, de los símbolos que utiliza (el castillo, el gusano de seda, las fuentes, los esposos…) y, especialmente, de sus contenidos: las grandes capacidades del alma, la oración entendida como vida cristiana en el Espíritu, la importancia del conocimiento de sí, el conocimiento de Dios, la fe es una relación de amor, la entrada en la vida mística… También leímos y comentamos algunos capítulos traducidos al español contemporáneo. La gente participó con mucho interés e hicieron grabaciones de las charlas, aunque yo no las conservo. Fue mi primer encuentro con la República Dominicana, pero confío en el Señor que no será el último, porque me han ganado el corazón las personas que he encontrado: alegres, descomplicadas, acogedoras, profundamente creyentes… Y debo añadir que las dominicanas son muy guapas. Esa mezcla de sangre africana, europea e indígena ha dado lugar a unas facciones muy hermosas.

De Santo Domingo viajé a la Habana. Pero de eso les hablo mañana, si Dios quiere. De momento, les dejo algunas fotos de aquellos días maravillosos.

La iglesia es muy acogedora y se puede ver y oír bien desde todos los sitios.

Cada mañana, en la misa de 7,30 participaban los niños de algunas clases del colegio.

Cuando lo hacían los jóvenes, se les ponían las caras tan despistadas como a estos.

Los adultos seguían todo con mucha atención: misas, charlas y momentos de oración.

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